Ante los tristes acontecimientos que viven los hermanos del estado de Michoacán, deseo manifestar la adhesión espiritual de la Iglesia de Monterrey. Pedimos a Dios para que se encuentren caminos de diálogo, y que la justicia y el bien común sean los que prevalezcan siempre. En el Evangelio, encontramos que la primera palabra que Jesús dice a sus apóstoles, después de la resurrección es: Shalom, es decir Paz. Y, a lo largo de su ministerio entre nosotros, Él mismo mencionó la necesidad de vivir en paz, como una condición de vida para el ser humano. Sabemos que los grandes conflictos inician, en muchas ocasiones, con pequeñas discusiones con nuestro prójimo, simplemente porque el otro no piensa o hace las cosas como uno cree que tienen que hacerse, olvidándonos que cada persona tiene la capacidad de dar su punto de vista aunque no siempre coincidirá con el nuestro. Debemos aprender a respetar los diferentes puntos de vista, asumiendo aquellos que busquen el bienestar de la sociedad y no adhiriéndonos a aquellos que la puedan perjudicar. Del mismo modo, debemos destacar que el materialismo excesivo, que tanto daño está causando, principalmente entre la juventud, el deseo desmedido por tener más dinero, los negocios ilícitos e inmorales que atentan contra la dignidad de la persona, son otros causantes de violencia y conflicto en nuestra sociedad. Es importante que, ante la situación que se vive actualmente, en donde existe confusión y enojo en gran parte de la sociedad, nos dispongamos a ser constructores del bien común. Hay una frase que comúnmente utilizamos los mexicanos: "A Dios rogando y con el mazo dando", que simplemente nos invita a no esperar que todo nos caiga del cielo, sino que nos esforcemos por hacer algo tangible que demuestre nuestro anhelo. Es preciso que las autoridades no permitan ser rebasadas por aquellos que provocan los conflictos, y que tienen a la población en un desasosiego constante, es conveniente que se conozca qué es lo que está ocasionando los problemas y buscar llegar al fondo, para poder erradicar todo tipo de violencia. Invito fraternalmente a toda la comunidad para que aprovechemos esta semana de oración por la unidad de los cristianos, elevando juntos una plegaria, en la que pidamos a nuestro Creador nos conceda ser verdaderos instrumentos de unidad y de paz, tal como Cristo lo ha pedido.
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