A TODO LA IGLESIA QUE PEREGRINA EN MONTERREY: ¡PAZ Y BIEN! Muy queridos Hermanos y Hermanas en el Señor: Estando ya próxima la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos es mi deseo invitarlos a tener en cuenta en nuestras intenciones personales y comunitarias la unidad plena de todos los seguidores de Cristo. La semana del 18 al 25 de enero es tradicionalmente el tiempo que los cristianos de las diferentes Iglesias y Comunidades eclesiales dedicamos especialmente a la oración por la unidad y a la convivencia fraterna. En todo el mundo hay esta iniciativa del Espíritu de orar y trabajar para que todos seamos uno en Cristo. Este Octavario de la Unidad, como también es conocido, nos invita a dar el buen testimonio de cercanía y ayuda de los cristianos a sus semejantes, tratando de reflejar el espíritu del Evangelio en nuestras palabras y acciones. La sociedad civil espera de los fieles cristianos el testimonio de paz y alegría fraterna en medio de las situaciones difíciles que se experimentan en el diario vivir. Los cristianos de Canadá escogieron el pasaje de la Primera Carta a los Corintios (1,1-17), donde Pablo los invita superar las divisiones internas y la separación de bandos que se contraponen y descalifican. La pregunta que hace Pablo: ¿es que Cristo está dividido?, nos pone a reflexionar sobre este escándalo de la división y siembra en nosotros el ánimo de estrechar los lazos espirituales que ya tenemos en común. La invitación de Pablo a superar las divisiones la asumimos en nuestra realidad como Iglesia que peregrina en Monterrey. El primer objetivo de unidad deberá ser dentro de nuestro corazón. El encuentro con Cristo como experiencia constante y profunda que alimenta y motiva nuestras actividades pastorales. Por el Bautismo nos hemos injertado en Cristo; por su cruz y resurrección se nos da la salvación. Esta experiencia es el primer nivel de unidad como cristianos. Para poder avanzar en el camino de la unidad de los creyentes de las distintas iglesias y confesiones, hemos de hacer cada vez más fuerte y alegre nuestra unión personal con el Señor Jesús. Importancia de desarrollar nuestra conciencia ecuménica Como ya lo he expresado en mi última carta pastoral (#26), "el Señor nos está llamando a una misión de comunión entre todos, en la que estemos unidos a Cristo y entre nosotros, con el acompañamiento debido y el diálogo afectivo, en la que nadie quede marginado ni sea abandonado en el camino; a una auténtica comunión con los sentimientos de Cristo". Esta comunión con los sentimientos de Cristo incluye también el unirnos a su sentimiento sacerdotal cuando en la Última Cena pide por la unidad de sus discípulos para que el mundo crea que Él es el enviado de Dios. Que tanto las actividades espirituales como las iniciativas de caridad y acercamiento fraterno a las que esta semana nos motivan sean un buen reflejo del crecimiento de nuestra fe centrada en Jesucristo, así como del entusiasmo que brota en nosotros al saber que el Amor del Señor es lo que transforma nuestra vida personal y sana las heridas que el pecado ha causado en su Iglesia. Dado en la Sede del Arzobispado de Monterrey, a los 14 días del mes de enero del año del Señor 2014.
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