La alegría en el corazón del ser humano, debe ser un signo característico de esta época, en el que estamos preparándonos para la celebración por el nacimiento del Redentor. Desafortunadamente, hay muchos elementos que, de alguna forma, impiden que esta alegría sea vivida en plenitud. Las preocupaciones por los aumentos en la canasta básica, el alza constante de la gasolina, el anuncio de un inminente incremento en las tarifas del transporte público, que tristemente deja mucho que desear en el servicio que brinda a los ciudadanos, el desconocimiento, por gran parte de la población, de los beneficios que traerá a la Nación la reciente reforma energética, entre otras situaciones, hacen que los ciudadanos estén en un ambiente de incomodidad constante que no lleva a nada bueno. Si bien, los esfuerzos realizados por nuestras autoridades, son un signo de búsqueda constante por lograr el bien de la ciudadanía, también es verdad que hay una gran parte de la población que se encuentra resentida por sentirse excluidos en la toma de decisiones. Considero que, si lo que todos deseamos es el crecimiento y la unidad de los mexicanos, la principal reforma por la que debemos luchar es la que erradicará la pobreza y la corrupción que tanto dañan a nuestra Nación. Todo compromiso por lograr el bien común, siempre será bien recibido y apoyado por la Iglesia, pero debemos ser conscientes que los ciudadanos no quieren escuchar más palabras, quieren actos concretos que sean reflejo de lo que constantemente se expresa. Invito a toda la comunidad para que oremos unidos, pidiendo la intercesión de nuestra santa patrona, la Virgen del Roble, cuya fiesta celebraremos el próximo miércoles 18 de este mes, para que en verdad nos esforcemos por realizar una transformación en nuestra vida diaria. Que todas las instituciones, nos dispongamos a llevar a la vida lo que proclamamos de palabra. Para los creyentes, esta es una época que llama a la celebración de la vida, esa vida nueva que nos trae ese pequeño niño que ha nacido en una sencilla gruta, y que nos demuestra que la grandeza del ser humano está en el servir con amor al prójimo. Como bien dice un canto tradicional católico: "Amémonos de corazón, no de labios solamente, para que, cuando Cristo venga, nos encuentre bien unidos".
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario