A pocos días de celebrar a nuestra Señora de Guadalupe, deseo reiterar mi invitación a todos los fieles para que no olvidemos el verdadero sentido de esta fiesta que hermana a todos los católicos, especialmente a los mexicanos.
Una verdadera devoción a la Virgen María, nos debe llevar a conocerla profundamente, sobre todo por su bendita participación en la historia de la salvación. Ella es un ejemplo perenne de oración y verdadera entrega a Dios. Con el "sí" que manifestó ante el arcángel Gabriel, nos mostró la disposición que todo cristiano debemos tener para aceptar la voluntad divina. Ella es la mujer del "sí permanente" que confía en que nunca será soltada de la mano de Aquel en quien ha puesto toda su confianza.
Al conocer su entrega total, los cristianos debemos imitarla, y una vez que empezamos a poner en práctica su ejemplo en nuestra vida, celebrarla con una auténtica devoción, misma que no quedará reservada a una fecha conmemorativa en nuestro calendario, sino que cada momento de nuestra vida será una constante oración a nuestro Dios.
Aprovechemos también este tiempo de preparación para la celebración de la Natividad del Señor, esforzándonos en fortalecer nuestro espíritu, no dejándonos deslumbrar por "los grandes aparadores navideños", que si bien resultan atrayentes, no debemos dejarnos envolver por lo que en un futuro pueda ser causa de un conflicto económico en nuestra familia.
Les propongo que realicemos una mejor inversión: acerquémonos a nuestros seres queridos y, juntos, hagamos un repaso de nuestra vida, reflexionando en aquellas situaciones que debamos arreglar. Y si hay necesidad de ir al encuentro de algún familiar alejado por cualquier circunstancia, no dudemos en hacer todo lo posible por establecer lazos de unidad, que nos ayudarán a vivir no sólo una buena Navidad, sino una vida de paz para siempre.
Por otra parte, deseo agradecer de corazón a quienes me han manifestado su oración y cercanía con motivo del primer aniversario de mi llegada a Monterrey. Como lo expresé en el mensaje del pasado jueves 5 de diciembre: "Cada día bendigo a Dios por concederme estar entre ustedes, por todas las enseñanzas que he recibido y por ese maravilloso testimonio de fe y entrega que, cotidianamente, encuentro en las comunidades que he visitado (.) Me encomiendo a sus fervientes oraciones, para que esta noble encomienda que me ha sido confiada, la podamos cumplir juntos y que me ayuden a ser un pastor "con olor a oveja".
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario