23 de noviembre/ 2014
Comunicado de prensa
Asunto: Cristo, Señor de nuestra vida
Celebramos, como Iglesia, la conclusión del año litúrgico con la solemnidad en la que proclamamos a Cristo como nuestro Rey y Señor, misma que es la coronación perfecta para recordar que solo Él es el centro de nuestra vida.
De manera particular, recordamos en este día la consagración que hace un año hicimos de nuestro estado a los Sagrados Corazones de Jesús y de María, consagración que, como lo dije en aquella ocasión, será renovada en todas las parroquias de nuestra Arquidiócesis el próximo domingo 7 de diciembre, vísperas de la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María. Un servidor lo hará en la Catedral Metropolitana en la misa de 8:30 a.m.
Invito a todos los fieles para que, con entusiasmo y devoción, nos dispongamos a renovar el compromiso de fidelidad a Dios, a través del servicio a nuestros hermanos, especialmente los más necesitados.
Es importante que no olvidemos la necesidad de vivir conforme a la voluntad de Dios, que no permitamos que la desesperanza sea la que domine nuestra vida. La gran cantidad de noticias que recibimos día a día, muchas de ellas cargadas de situaciones que inquietan y llegan a causar incertidumbre, no deben mermar en nuestro interior los buenos propósitos y el deseo de superación, personal y comunitario, que es tan necesario en nuestro diario vivir.
Recientemente, hemos sido testigos de manifestaciones que han congregado a miles de personas, en nuestro país y en el extranjero, podemos decir que son una muestra del gran interés que se tiene por hacer que en nuestro país se viva ese deseo de hacer que todo lo que impide nuestro crecimiento desaparezca.
Exhorto a la comunidad para que, este tipo de acciones, no sean solo un grito lanzado al aire, sino que sean el verdadero detonante de un compromiso, individual y comunitario, por hacer lo que nos corresponde de la mejor manera, dando testimonio de solidaridad fraterna, misma que será la mejor manifestación que podamos hacer, y así, quienes todavía no han querido ver y escuchar se den cuenta de que, en nuestro país, no permanecemos indiferentes ante las situaciones que marcan el caminar de la sociedad.
Es urgente, pues, un cambio moral y ético en todos, gobernantes y ciudadanos.
+ Mons. Rogelio Cabrera López
Arzobispo de Monterrey
Pbro. Juan José Martínez Segovia
Departamento de Comunicación
Comunicado de prensa
Asunto: Cristo, Señor de nuestra vida
Celebramos, como Iglesia, la conclusión del año litúrgico con la solemnidad en la que proclamamos a Cristo como nuestro Rey y Señor, misma que es la coronación perfecta para recordar que solo Él es el centro de nuestra vida.
De manera particular, recordamos en este día la consagración que hace un año hicimos de nuestro estado a los Sagrados Corazones de Jesús y de María, consagración que, como lo dije en aquella ocasión, será renovada en todas las parroquias de nuestra Arquidiócesis el próximo domingo 7 de diciembre, vísperas de la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María. Un servidor lo hará en la Catedral Metropolitana en la misa de 8:30 a.m.
Invito a todos los fieles para que, con entusiasmo y devoción, nos dispongamos a renovar el compromiso de fidelidad a Dios, a través del servicio a nuestros hermanos, especialmente los más necesitados.
Es importante que no olvidemos la necesidad de vivir conforme a la voluntad de Dios, que no permitamos que la desesperanza sea la que domine nuestra vida. La gran cantidad de noticias que recibimos día a día, muchas de ellas cargadas de situaciones que inquietan y llegan a causar incertidumbre, no deben mermar en nuestro interior los buenos propósitos y el deseo de superación, personal y comunitario, que es tan necesario en nuestro diario vivir.
Recientemente, hemos sido testigos de manifestaciones que han congregado a miles de personas, en nuestro país y en el extranjero, podemos decir que son una muestra del gran interés que se tiene por hacer que en nuestro país se viva ese deseo de hacer que todo lo que impide nuestro crecimiento desaparezca.
Exhorto a la comunidad para que, este tipo de acciones, no sean solo un grito lanzado al aire, sino que sean el verdadero detonante de un compromiso, individual y comunitario, por hacer lo que nos corresponde de la mejor manera, dando testimonio de solidaridad fraterna, misma que será la mejor manifestación que podamos hacer, y así, quienes todavía no han querido ver y escuchar se den cuenta de que, en nuestro país, no permanecemos indiferentes ante las situaciones que marcan el caminar de la sociedad.
Es urgente, pues, un cambio moral y ético en todos, gobernantes y ciudadanos.
+ Mons. Rogelio Cabrera López
Arzobispo de Monterrey
Pbro. Juan José Martínez Segovia
Departamento de Comunicación
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