Por gracia de Dios, y encomienda del Papa Benedicto XVI, hace un año, el 5 de diciembre del 2012, tuve la bendición de encontrarme con ustedes por vez primera y tomar posesión como el XII Arzobispo de Monterrey.
La alegría manifestada en ese primer momento, y que sigue presente en cada encuentro, en las celebraciones diocesanas, en las visitas a las parroquias, a las comunidades religiosas y en las reuniones de trabajo pastoral, fortaleció en un servidor el deseo, que ya desde antes de llegar a la Arquidiócesis existía: trabajar en comunión y alegría para seguir extendiendo el Reino de Dios en esta Iglesia particular.
Son doce meses los que el Señor nos ha permitido trabajar unidos y, puedo decir, que "parece que fue ayer" cuando llegaba a esta noble ciudad cargado de ilusiones y con el firme propósito de continuar el trabajo evangelizador que, a lo largo de los años, han realizado mis hermanos Obispos y Arzobispos que han estado al frente de esta Iglesia fundada en 1777.
Juntos hemos recibido grandes bendiciones: La ordenación de nuevos Diáconos y Presbíteros para servicio de nuestra Iglesia; la creación de 10 nuevas parroquias en sectores necesitados de nuestra Arquidiócesis, que dan respuesta a la petición que el Papa Francisco nos hace: "Ir a los más alejados" y que tenemos como una de las líneas de acción de nuestro plan de pastoral; el fortalecimiento en la formación de los sacerdotes y seminaristas, para dar un mejor servicio al pueblo de Dios; el inicio del año jubilar de nuestra Patrona, la Virgen del Roble; la consagración de nuestro estado a los Sagrados Corazones de Jesús y María, la clausura del Año de la fe; así como la realización de dos Asambleas Eclesiales, una en el mes de febrero, en la que tuve la oportunidad de conocer de primera mano el caminar de nuestra Iglesia y la segunda, que hemos concluido satisfactoriamente el día de ayer, 4 de diciembre, que nos ha dado la oportunidad de evaluar nuestro caminar y disponernos a seguir creciendo en nuestro trabajo pastoral.
Asimismo, se nos han presentado grandes retos que, por gracia de Dios y disposición generosa de mi hermano Obispo auxiliar, Mons. Jorge Cavazos, y mis queridos sacerdotes, necesarios colaboradores en el ministerio del Obispo, a quienes agradezco su cercanía y trabajo apostólico en las comunidades a ellos confiadas, hemos podido enfrentar, saliendo adelante siempre con nuevas enseñanzas que fortalecen la vida espiritual y pastoral de nuestra comunidad.
Quiero agradecerles, de todo corazón, la aceptación de mi servicio pastoral. Cada día bendigo a Dios por concederme estar entre ustedes, por todas las enseñanzas que he recibido y por ese maravilloso testimonio de fe y entrega que, cotidianamente, encuentro en las comunidades que he visitado.
Todavía nos queda un gran camino que peregrinar hasta llegar a la Casa del Padre, espero en Dios que lo sigamos recorriendo juntos en la fe y esperanza cristiana, que nos lleve a vivir en plenitud el amor que nuestro Dios siempre derrama sobre cada uno de sus hijos.
Me encomiendo a sus fervientes oraciones, para que esta noble encomienda que me ha sido confiada, la podamos cumplir juntos y que me ayuden a ser un pastor "con olor a oveja".
Les bendigo de corazón.
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