sábado, 31 de diciembre de 2016

Oración de Nochevieja


Oracion

"Aquí estamos, Señor"

Oración de Nochevieja

"Nos ponemos en tus manos"

Jesús Mauleón, 30 de diciembre de 2016 a las 22:30

(Jesús Mauleón).- Aquí estamos, Señor, como en vilo entre un año que viene y otro que se va, temblando y sacudidos por este implacable vendaval del tiempo que huye.

En los primeros instantes de 2017 acudimos a ti, que estás por encima del tiempo. Nos refugiamos en ti, que eres Padre de todo y de todos y vives desde siempre y para siempre, ajeno a la vejez, libre de cualquier sobresalto de nocheviejas y calendarios.

Pero a la vez, Señor estamos ciertos de que este tiempo fugitivo y provisional que nos das es, a su manera, moneda preciosa y adelanto de eternidad regalada.

Gracias, Señor, porque el 2016 nos ha dado la oportunidad de irnos comprando -bien barata, gratuita- tu eternidad y tu gloria.

Desde que en esta vida nuestra, tan precaria y en marcha, tu Hijo se hizo tiempo y acampó entre nosotros, nos crece y se nos aviva la esperanza, la indecible nostalgia de ser y de ser sin final...

Perdón, Señor por nuestros fallos, por nuestra pobreza en el año que acaba. Perdón por todos las trabas que hemos puesto a tu Reino que "no tendrá fin".

Al comenzar el año, nos sale al paso la incertidumbre del futuro. Podemos sentir la curiosidad y aun la inquietud de quienes no somos dueños de nuestro propio destino. Lo ponemos en tus manos, completamente seguros de acogernos al único seguro.

Tuyo es nuestro Año Nuevo. Tuyos son, Señor, todos los hermanos que sufren entre nosotros, en tu Iglesia, en el mundo entero. Tuyas son las víctimas de la guerra, del terrorismo, del hambre, de todas las miserias que los hombres hemos amontonado en este mundo que pide a gritos la limpieza, la justicia y la paz.

Tuya es nuestra familia, nuestra salud, nuestro mínimo bienestar. Tuya nuestra lucha por la vida. Tuyo nuestro amor a la verdad, a la justicia, nuestro respeto a la vida.

Tuya también nuestra pobreza, nuestra escasa capacidad, nuestros miedos, nuestra falta de fuerzas.

Tuyos nosotros para este año y para siempre.

Amén.

(De Cien oraciones para la familia, Madrid, San Pablo, 1995).

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jueves, 15 de diciembre de 2016

Decreto: Lectura del Prólogo de San Juan | ArquiMty

15 de diciembre/ 2016
Decreto
Asunto: Lectura del Prólogo de San Juan.


A TODA LA IGLESIA QUE PEREGRINA EN MONTERREY: ¡PAZ Y BIEN!

Muy queridos Hermanos y Hermanas:

En el capítulo cuarto, de la IV Carta Pastoral, les manifestaba mi deseo de que sea leído durante los próximos tres años, el Evangelio de San Juan, con la finalidad de que cada creyente y comunidad descubra en su lectura nuevas luces que inspiren su acción y programación pastoral. Para lo cual, les ofrecí algunas "claves de lectura" que puedan ayudarnos a recobrar, renovar e intensificar la intencionalidad de la acción pastoral caminando juntos detrás de Jesús como discípulos y misioneros.

En el Prólogo de San Juan (1,1-18) se encuentra la síntesis de la fe Apostólica (Cfr Mensaje Juan Pablo II, 3 de junio 1987), centrado en el Misterio de la Encarnación: Jesús es el Verbo, Aquel que Es desde toda la Eternidad, que se ha hecho carne, y nos muestra el rostro de Dios, esclareciendo el misterio del hombre (Cfr. GS 22). Es por ello que, por las presentes letras y con mi autoridad ordinaria decreto que, en todas las misas dominicales del año 2017 a partir del 01 de enero, después de la oración de Post-comunión, se lea el Prólogo del Evangelio según San Juan en su versión Litúrgica. Exceptuando el domingo de Ramos y la Vigilia Pascual.

Encomendamos a Nuestra Señora del Roble nuestro Plan de Pastoral, para que dejándonos penetrar por la Palabra, Luz verdadera que ilumina a todo hombre (Jn 1, 9), podamos llevar a cabo una auténtica renovación misionera.

Dado en la Sede del Arzobispado de Monterrey a los 15 días del mes de diciembre del Año del Señor 2016.

Atentamente,

+ Mons. Rogelio Cabrera López
Arzobispo de Monterrey
Hna. Celia Alejandra Durán Velázquez
Vice-Canciller



NB. Se puede descargar material digital en diferentes formatos para la impresión oficial del Prólogo de San Juan en la página www.arquidiocesismty.org

___________________


Les pasamos los links en los que pueden descargar el Prólogo de San Juan en varios formatos.

Si lo necesitan de alguna otra manera pueden enviar un mensaje a: soporte@arquinetmty.com



En el siguiente link pueden encontrar todos juntos.


Departamento de Sistemas de Información, Tecnología y Comunicación
Arquidiócesis de Monterrey
Raymundo Jardón No.918 Zona Centro, Monterrey, N.L., México

sábado, 3 de diciembre de 2016

El Vaticano apadrina novedoso programa sobre educación sexual


El Vaticano apadrina novedoso programa sobre educación sexual

2016-12-03

El nuevo programa de educación sexual que ha puesto en marcha el Vaticano se llama "El Lugar del Encuentro". Nació en España y fue presentado en el Encuentro Mundial de las Familias de 2015 y la Jornada Mundial de la Juventud.
 
Se trata de una web creada por un grupo de matrimonios para ayudar a los padres en la educación sexual de sus hijos, especialmente durante la etapa adolescente.

MONS. CARLOS SIMÓN VÁZQUEZ
Pontificio Consejo para la Familia

"Recibir el regalo de la vida implica también la responsabilidad de educar sobre ella a las nuevas generaciones. El Concilio Vaticano II subrayó esto: la educación de la gente joven. Lo hemos querido hacer notar en este proyecto: "El Lugar del Encuentro" quiere poner el acento en la educación de los jóvenes".

El método que utiliza esta web incluye un temario con guías de actividades y películas que ayuden a los jóvenes a entender y reflexionar sobre el amor, la sexualidad y la propia identidad.
 
MONS. CARLOS SIMÓN VÁZQUEZ
Pontificio Consejo para la Familia

"No es un programa cerrado, un curso cerrado. Necesitamos, y son bienvenidas, sugerencias o correcciones como: 'En este contexto no es bueno lo que proponéis por esto, por esto y por esto. Es un curso que se va haciendo sobre la marcha y queremos recibir sugerencias sobre cómo funciona el programa en, por ejemplo América o Australia, Sudamérica o Europa".

El Pontificio Consejo para la Familia espera crear una red profesional de intercambio de experiencias que enriquezcan el curso y educar a las nuevas generaciones sobre la dignidad de la vida.
 
Además de aceptar las sugerencias de fuentes externas, los organizadores del curso están abiertos a introducir modificaciones en el programa.
 
MONS. CARLOS SIMÓN VÁZQUEZ
Pontificio Consejo para la Familia

"Hablamos sobre el rol de la Teología moral, de espiritualidad, de antropología. Por tanto, para transmitir estos valores y estas virtudes, decidieron que es muy útil utilizar las películas o vídeos que ayudan a provocar el diálogo entre los adolescentes y los profesores, o los padres y los catequistas".

El programa es gratuito e incluye las enseñanzas y mensajes de Juan Pablo II, Benedicto XVI y del Papa Francisco. De este último, de hecho, hay más de 30 referencias a la Amoris Laetitia. Está disponible en cinco idiomas.
 

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lunes, 28 de noviembre de 2016

Rueda de prensa Sr. Arzobispo - 27 de noviembre de 2017

SITEC Envíos
Fecha: 27 de noviembre de 2016
Asunto: Rueda de prensa 27 de noviembre de 2017


Cómo todos los domingos les hacemos llegar el link con la Rueda de Prensa del Sr. Arzobispo



Departamento de Sistemas, Tecnología y Capacitación | Arquidiócesis de Monterrey
Raymundo Jardón No.918 Zona Centro, Monterrey, N.L., México

martes, 7 de junio de 2016

Arquidiocesis de Monterrey - Comunicado de prensa: "LA BELLEZA DEL MATRIMONIO COMO UNIÓN ENTRE UN HOMBRE Y UNA MUJER" - agustinremedios@gmail.com - Gmail

Comunicado de prensa: "LA BELLEZA DEL MATRIMONIO COMO UNIÓN ENTRE UN HOMBRE Y UNA MUJER" | ArquiMty


Cancilleria
7 de junio de 2016, 01:29
/ 2016
Comunicado de prensa
 
Asunto: "LA BELLEZA DEL MATRIMONIO COMO UNIÓN ENTRE UN HOMBRE Y UNA MUJER"
 


Ante la preocupación que los fieles me han manifestado, sobre la iniciativa del Ejecutivo Federal ante la inclusión de la figura del matrimonio entre personas del mismo sexo, deseo reafirmar la postura que, en comunión con todos los Obispos de México, hemos hecho pública y en donde manifestamos la obligación de quienes gobiernan de respetar la identidad del matrimonio, así como el profundo desacuerdo de los católicos con esta iniciativa.

La Iglesia católica ha enseñado desde siempre, basada en la ley de la naturaleza y en la palabra de Dios, que el matrimonio entre un hombre y una mujer responden a su vocación humana y religiosa. Que el matrimonio se basa en el amor mutuo y la voluntad de procrear.

Desde el inicio de las civilizaciones, se ha reconocido el valor innegable del matrimonio, tanto en lo social como en lo espiritual. Por lo que, en la mayoría de las sociedades y de las religiones, se celebra el matrimonio como uno de los acontecimientos más importantes en la vida de una persona.

Como toda institución humana, el matrimonio no ha estado libre de concepciones a veces parciales e incluso erróneas. Desde el patriarcado que negaba la dignidad de la mujer, hasta las recientes concepciones legalistas, que reducen el matrimonio a un contrato civil.

Por lo que la legislación civil, debe reconocer al matrimonio en todas sus dimensiones: la relativa a la procreación y el cuidado de los hijos, y la relativa al amor conyugal como fundamento de la familia y de la sociedad.

El llamado "matrimonio igualitario", olvida que el matrimonio nace de la naturaleza sexuada del ser humano y lo pretende limitar a una figura legal. Ante esto, el llamado es a que se respete la institución humana del matrimonio y se resuelvan las necesidades jurídicas de las personas homosexuales mediante figuras legales alternativas.

Es importante que nuestros legisladores, con la prudencia que debe caracterizar su misión, pongan cuidado en todo lo que se refiere al bien de los matrimonios y de los niños. El ideal es que siempre los niños gocen del cuidado de un papá y una mamá, por lo que deben existir códigos que protejan el bien y el futuro de ellos, exigiendo en toda adopción que se garantice el desarrollo armónico en la educación que necesitan.

A lo largo de mi ministerio, especialmente en el trabajo pastoral que realizamos, he podido constatar las carencias e inclusive el grave daño que sufren los hijos cuando carecen de una figura, paterna o materna, adecuada.

Finalmente, quiero hacer notar que los fieles laicos tienen el derecho de manifestar su opinión públicamente y de exigir su participación en todo lo que concierne a sus familias y a la educación de sus hijos.

Pido a todos los fieles católicos que, lejos de enfrascarnos en debates hirientes, con acusaciones vanas y agresiones homofóbicas, vivamos con una actitud impregnada del verdadero espíritu cristiano, recordando siempre las enseñanzas de nuestro Salvador Jesucristo. Hay que comprender que, tanto algunos gobernantes y legisladores que están a favor de la legalización de las uniones homosexuales, como algunos ciudadanos que propugnan por su derecho a la unión homosexual, o incluso ya viven de esa manera, son miembros de la Iglesia católica.

Nuestro compromiso con la verdad sólo dará frutos si está acompañado de la caridad. Por lo que les invito a que oremos unidos por nuestros gobernantes, para que Dios ilumine sus corazones e inteligencias y tomen una decisión apegada a la verdad y al bien común, así como por todos aquellos que buscan sinceramente hacer el bien y actuar con justicia.

Recordemos que, en medio de las dificultades de este mundo, los cristianos debemos ser portadores de la paz y del amor infinito que Dios quiere derramar sobre todos.



 
 
 
+ Mons. Rogelio Cabrera López
Arzobispo de Monterrey
Pbro. Juan José Martínez Segovia
Departamento de Comunicación
 
  

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jueves, 28 de abril de 2016

El Papa denuncia el 'clericalismo' y la creación de una 'élite' de laicos en la Iglesia


El Papa denuncia el "clericalismo" y la creación de una "élite" de laicos en la Iglesia


"Cuando nos desarraigamos como pastores de nuestro pueblo, nos perdemos"

Redacción, 26 de abril de 2016

El Papa ha lamentado que en la Iglesia se ha creado una "élite" de laicos que creen que son solo ellos los que trabajan en las obras de la Iglesia y/o en las cosas de la parroquia o de la diócesis, en un carta enviada al cardenal Ouellet y publicada hoy por el Vaticano.

En este sentido, en la misiva alerta del olvido o el descuido ante el creyente que muchas veces "quema su esperanza en la lucha cotidiana por vivir la fe". "La Iglesia no es una élite de los sacerdotes, de los consagrados, de los obispos, sino que todos formamos el Santo Pueblo fiel de Dios", ha subrayado.

Francisco ha advertido de que "no es el pastor el que le dice al laico lo que tiene que hacer o decir, ellos lo saben tanto o mejor que nosotros".

Recientemente, el Papa participó en el encuentro de la Comisión para América Latina y el Caribe en el que se abordó el tema de la participación de los laicos en la vida de nuestros pueblos.

"No es el pastor el que tiene que determinar lo que tienen que decir en los distintos ámbitos los fieles. Como pastores, unidos a nuestro pueblo, nos hace bien preguntamos cómo estamos estimulando y promoviendo la caridad y la fraternidad, el deseo del bien, de la verdad y la justicia. Cómo hacemos para que la corrupción no anide en nuestros corazones", ha exclamado.

Francisco ha precisado que el pastor es pastor de un pueblo, y al pueblo se lo sirve "desde dentro". "Mirar al Pueblo de Dios es recordar que todos ingresamos a la Iglesia como laicos", ha agregado.

Asimismo ha invitado a la Iglesia de Latinoamérica a enfrentar "el clericalismo". "Esta actitud no solo anula la personalidad de los cristianos, sino que tiene una tendencia a disminuir y desvalorizar la gracia bautismal que el Espíritu Santo puso en el corazón de nuestra gente", ha manifestado.

Por otro lado, ha reconocido que el laico, por su propia realidad e identidad, "tiene exigencias de nuevas formas de organización y de celebración de la fe". "Los ritmos actuales son tan distintos (no digo mejor o peor) a los que se vivían 30 años atrás", ha comentado. Por último, ha alertado de que los pastores cuando se desarraigan, se pierden.



Texto completo de la Carta del Papa Francisco

A Su Eminencia Cardenal

Marc Armand Ouellet, P.S.S.

Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina

Eminencia:

Al finalizar el encuentro de la Comisión para América Latina y el Caribe tuve la oportunidad de encontrarme con todos los participantes de la asamblea donde se intercambiaron ideas e impresiones sobre la participación pública del laicado en la vida de nuestros pueblos.

Quisiera recoger lo compartido en esa instancia y continuar por este medio la reflexión vivida en esos días para que el espíritu de discernimiento y reflexión "no caiga en saco roto"; nos ayude y siga estimulando a servir mejor al Santo Pueblo fiel de Dios.

Precisamente es desde esta imagen, desde donde me gustaría partir para nuestra reflexión sobre la actividad pública de los laicos en nuestro contexto latinoamericano. Evocar al Santo Pueblo fiel de Dios, es evocar el horizonte al que estamos invitados a mirar y desde donde reflexionar. El Santo Pueblo fiel de Dios es al que como pastores estamos continuamente invitados a mirar, proteger, acompañar, sostener y servir. Un padre no se entiende a sí mismo sin sus hijos. Puede ser un muy buen trabajador, profesional, esposo, amigo pero lo que lo hace padre tiene rostro: son sus hijos. Lo mismo sucede con nosotros, somos pastores. Un pastor no se concibe sin un rebaño al que está llamado a servir. El pastor, es pastor de un pueblo, y al pueblo se lo sirve desde dentro. Muchas veces se va adelante marcando el camino, otras detrás para que ninguno quede rezagado, y no pocas veces se está en el medio para sentir bien el palpitar de la gente.

Mirar al Santo Pueblo fiel de Dios y sentirnos parte integrante del mismo nos posiciona en la vida y, por lo tanto, en los temas que tratamos de una manera diferente. Esto nos ayuda a no caer en reflexiones que pueden, en sí mismas, ser muy buenas pero que terminan funcionalizando la vida de nuestra gente, o teorizando tanto que la especulación termina matando la acción. Mirar continuamente al Pueblo de Dios nos salva de ciertos nominalismos declaracionistas (slogans) que son bellas frases pero no logran sostener la vida de nuestras comunidades. Por ejemplo, recuerdo ahora la famosa expresión: "es la hora de los laicos" pero pareciera que el reloj se ha parado.

Mirar al Pueblo de Dios, es recordar que todos ingresamos a la Iglesia como laicos. El primer sacramento, el que sella para siempre nuestra identidad y del que tendríamos que estar siempre orgullosos es el del bautismo. Por él y con la unción del Espíritu Santo, (los fieles) quedan consagradas como casa espiritual y sacerdocio santo (LG 10) Nuestra primera y fundamental consagración hunde sus raíces en nuestro bautismo. A nadie han bautizado cura, ni obispo. Nos han bautizados laicos y es el signo indeleble que nunca nadie podrá eliminar. Nos hace bien recordar que la Iglesia no es una elite de los sacerdotes, de los consagrados, de los obispos, sino que todos formamos el Santo Pueblo fiel de Dios. Olvidarnos de esto acarrea varios riesgos y/o deformaciones en nuestra propia vivencia personal como comunitaria del ministerio que la Iglesia nos ha confiado. Somos, como bien lo señala el Concilio Vaticano II, el Pueblo de Dios, cuya identidad es la dignidad y la libertad de los hijos de Dios, en cuyos corazones habita el Espíritu Santo como en un templo (LG 9). El Santo Pueblo fiel de Dios está ungido con la gracia del Espíritu Santo, por tanto, a la hora de reflexionar, pensar, evaluar, discernir, debemos estar muy atentos a esta unción.

A su vez, debo sumar otro elemento que considero fruto de una mala vivencia de la eclesiología planteada por el Vaticano II. No podemos reflexionar el tema del laicado ignorando una de las deformaciones más fuertes que América Latina tiene que enfrentar - y a las que les pido una especial atención - el clericalismo. Esta actitud no sólo anula la personalidad de los cristianos, sino que tiene una tendencia a disminuir y desvalorizar la gracia bautismal que el Espíritu Santo puso en el corazón de nuestra gente. El clericalismo lleva a la funcionalización del laicado; tratándolo como "mandaderos", coarta las distintas iniciativas, esfuerzos y hasta me animo a decir, osadías necesarios para poder llevar la Buena Nueva del Evangelio a todos los ámbitos del quehacer social y especialmente político. El clericalismo lejos de impulsar los distintos aportes, propuestas, poco a poco va apagando el fuego profético que la Iglesia toda está llamada a testimoniar en el corazón de sus pueblos. El clericalismo se olvida que la visibilidad y la sacramentalidad de la Iglesia pertenece a todo el Pueblo de Dios (cfr. LG 9-14) Y no solo a unos pocos elegidos e iluminados.

Hay un fenómeno muy interesante que se ha producido en nuestra América Latina y me animo a decir, creo que es de los pocos espacios donde el pueblo de Dios fue soberano de la influencia del clericalismo: me refiero a la pastoral popular. Ha sido de los pocos espacios donde el pueblo (incluyendo a sus pastores) y el Espíritu Santo se han podido encontrar sin el clericalismo que busca controlar y frenar la unción de Dios sobre los suyos. Sabemos que la pastoral popular como bien lo ha escrito Pablo VI en la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, tiene ciertamente sus límites. Está expuesta frecuentemente a muchas deformaciones de la religión, pero prosigue, cuando está bien orientada, sobre todo mediante una pedagogía de evangelización, contiene muchos valores. Refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer. Hace capaz de generosidad y sacrificio hasta el heroísmo, cuando se trata de manifestar la fe. Comporta un hondo sentido de los atributos profundos de Dios: la paternidad, la providencia, la presencia amorosa y constante. Engendra actitudes interiores que raramente pueden observarse en el mismo grado en quienes no poseen esa religiosidad: paciencia, sentido de la cruz en la vida cotidiana, desapego, aceptación de los demás, devoción. Teniendo en cuenta esos aspectos, la llamamos gustosamente "piedad popular", es decir, religión del pueblo, más bien que religiosidad ... Bien orientada, esta religiosidad popular puede ser cada vez más, para nuestras masas populares, un verdadero encuentro con Dios en Jesucristo. (EN 48) El Papa Pablo usa una expresión que considero es clave, la fe de nuestro pueblo, sus orientaciones, búsquedas, deseo, anhelos, cuando se logran escuchar y orientar nos terminan manifestando una genuina presencia del Espíritu. Confiemos en nuestro Pueblo, en su memoria y en su "olfato", confiemos que el Espíritu Santo actúa en y con ellos, y que este Espíritu no es solo "propiedad" de la jerarquía eclesial.

He tomado este ejemplo de la pastoral popular como clave hermenéutica que nos puede ayudar a comprender mejor la acción que se genera cuando el Santo Pueblo fiel de Dios reza y actúa. Una acción que no queda ligada a la esfera íntima de la persona sino por el contrario se transforma en cultura; una cultura popular evangelizada contiene valores de fe y de solidaridad que pueden provocar el desarrollo de una sociedad más justa y creyente, y posee una sabiduría peculiar que hay que saber reconocer con una mirada agradecida. (EG 68)

Entonces desde aquí podemos preguntarnos, ¿qué significa que los laicos estén trabajando en la vida pública?

Hoy en día muchas de nuestras ciudades se han convertidos en verdaderos lugares de supervivencia. Lugares donde la cultura del descarte parece haberse instalado y deja poco espacio para una aparente esperanza. Ahí encontramos a nuestros hermanos, inmersos en esas luchas, con sus familias, intentando no solo sobrevivir, sino que en medio de las contradicciones e injusticias, buscan al Señor y quieren testimoniar lo. ¿Qué significa para nosotros pastores que los laicos estén trabajando en la vida pública? Significa buscar la manera de poder alentar, acompañar y estimular todo los intentos, esfuerzos que ya hoy se hacen por mantener viva la esperanza y la fe en un mundo lleno de contradicciones especialmente para los más pobres, especialmente con los más pobres. Significa como pastores comprometernos en medio de nuestro pueblo y, con nuestro pueblo sostener la fe y su esperanza. Abriendo puertas, trabajando con ellos, soñando con ellos, reflexionando y especialmente rezando con ellos. Necesitamos reconocer la ciudad -y por lo tanto todos los espacios donde se desarrolla la vida de nuestra gente- desde una mirada contemplativa, una mirada de fe que descubra al Dios que habita en sus hogares, en sus calles, en sus plazas... Él vive entre los ciudadanos promoviendo la caridad, la fraternidad, el deseo del bien, de verdad, de justicia. Esa presencia no debe ser fabricada sino descubierta, develada. Dios no se oculta a aquellos que lo buscan con un corazón sincero. (EG 71) No es nunca el pastor el que le dice al laico lo que tiene que hacer o decir, ellos lo saben tanto o mejor que nosotros. No es el pastor el que tiene que determinar lo que tienen que decir en los distintos ámbitos los fieles. Como pastores, unidos a nuestro pueblo, nos hace bien preguntamos cómo estamos estimulando y promoviendo la caridad y la fraternidad, el deseo del bien, de la verdad y la justicia. Cómo hacemos para que la corrupción no anide en nuestros corazones.

Muchas veces hemos caído en la tentación de pensar que el laico comprometido es aquel que trabaja en las obras de la Iglesia y/o en las cosas de la parroquia o de la diócesis y poco hemos reflexionado como acompañar a un bautizado en su vida pública y cotidiana; cómo él, en su quehacer cotidiano, con las responsabilidades que tiene se compromete como cristiano en la vida pública. Sin darnos cuenta, hemos generado una elite laical creyendo que son laicos comprometidos solo aquellos que trabajan en cosas "de los curas" y hemos olvidado, descuidado al creyente que muchas veces quema su esperanza en la lucha cotidiana por vivir la fe. Estas son las situaciones que el clericalismo no puede ver, ya que está muy preocupado por dominar espacios más que por generar procesos. Por eso, debemos reconocer que el laico por su propia realidad, por su propia identidad, por estar inmerso en el corazón de la vida social, pública y política, por estar en medio de nuevas formas culturales que se gestan continuamente tiene exigencias de nuevas formas de organización y de celebración de la fe. ¡Los ritmos actuales son tan distintos (no digo mejor o peor) a los que se vivían 30 años atrás! Esto requiere imaginar espacios de oración y de comunión con características novedosas, más atractivas y significativas -especialmente-para los habitantes urbanos. (EG 73) Es obvio, y hasta imposible, pensar que nosotros como pastores tendríamos que tener el monopolio de las soluciones para los múltiples desafíos que la vida contemporánea nos presenta. Al contrario, tenemos que estar al lado de nuestra gente, acompañándolos en sus búsquedas y estimulando esta imaginación capaz de responder a la problemática actual. Y esto discerniendo con nuestra gente y nunca por nuestra gente o sin nuestra gente. Como diría San Ignacio, "según los lugares, tiempos y personas". Es decir, no uniformizando. No se pueden dar directivas generales para una organización del pueblo de Dios al interno de su vida pública. La inculturación es un proceso que los pastores estamos llamados a estimular alentado a la gente a vivir su fe en donde está y con quién está. La inculturación es aprender a descubrir cómo una determinada porción del pueblo de hoy, en el aquí y ahora de la historia, vive, celebra y anuncia su fe. Con la idiosincrasia particular y de acuerdo a los problemas que tiene que enfrentar, así como todos los motivos que tiene para celebrar. La inculturación es un trabajo de artesanos y no una fábrica de producción en serie de procesos que se dedicarían a "fabricar mundos o espacios cristianos".

Dos memorias se nos pide cuidar en nuestro pueblo. La memoria de Jesucristo y la memoria de nuestros antepasados. La fe, la hemos recibido, ha sido un regalo que nos ha llegado en muchos casos de las manos de nuestras madres, de nuestras abuelas. Ellas han sido, la memoria viva de Jesucristo en el seno de nuestros hogares. Fue en el silencio de la vida familiar, donde la mayoría de nosotros aprendió a rezar, a amar, a vivir la fe. Fue al in terno de una vida familiar, que después tomó forma de parroquia, colegio, comunidades que la fe fue llegando a nuestra vida y haciéndose carne. Ha sido también esa fe sencilla la que muchas veces nos ha acompañado en los distintos avatares del camino. Perder la memoria es desarraigarnos de donde venimos y por lo tanto, nos sabremos tampoco a donde vamos. Esto es clave, cuando desarraigamos a un laico de su fe, de la de sus orígenes; cuando lo desarraigamos del Santo Pueblo fiel de Dios, lo desarraigamos de su identidad bautismal y así le privamos la gracia del Espíritu Santo. Lo mismo nos pasa a nosotros, cuando nos desarraigamos como pastores de nuestro pueblo, nos perdemos.

Nuestro rol, nuestra alegría, la alegría del pastor está precisamente en ayudar y estimular, al igual que hicieron muchos antes que nosotros, sean las madres, las abuelas, los padres los verdaderos protagonistas de la historia. No por una concesión nuestra de buena voluntad, sino por propio derecho y estatuto. Los laicos son parte del Santo Pueblo fiel de Dios y por lo tanto, los protagonistas de la Iglesia y del mundo; a los que nosotros estamos llamados a servir y no de los cuales tenemos que servirnos.

En mi reciente viaje a la tierra de México tuve la oportunidad de estar a solas con la Madre, dejándome mirar por ella. En ese espacio de oración pude presentarle también mi corazón de hijo. En ese momento estuvieron también ustedes con sus comunidades. En ese momento de oración, le pedí a María que no dejara de sostener, como lo hizo con la primera comunidad, la fe de nuestro pueblo. Que la Virgen Santa interceda por ustedes, los cuide y acompañe siempre,

Vaticano, 19 de marzo de 2016

+Francisco




(RD/Ep)


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sábado, 23 de abril de 2016

Estos son los 10 sacerdotes que están haciendo lío en facebook y que quizá no conocías


Estos son los 10 sacerdotes que están haciendo lío en facebook y que quizá no conocías

http://catoliscopio.com/2016/04/21

Te presentamos Diez presbíteros que están haciendo lío en la red social de Facebook, actualizando cada día con mensajes de fe y evangelización por medio de los recursos digitales.

Padre Pedro Nuñez

El Padre Pedro F. Núñez, Sacerdote Católico de la Arquidiócesis de Nueva Orleáns, es uno de los más conocidos predicadores católicos en el mundo de habla hispana.

Padre Montijo

Sacerdote católico desde 2009, Doctor en Filosofía. De Sinaloa México, con tendencia a un lenguaje práctico para una Nueva Evangelización.

Padre Guillermo Serra, L.C.

Legionario de Cristo ordenado sacerdote en la casa de María, en el primer templo dedicado a Ella, en Santa María la Mayor de Roma.

P. Jorge Enrique Mújica, LC (Canek)

Coordinador de la sección española de la oficina de prensa del Centro de Estudios Superiores, en Roma, donde también ha sido profesor de estilo de ideas y retórica.

Padre Evaristo Sada L.C.

Sacerdote legionario de Cristo. Preside la cátedra de espiritualidad de la Universidad Anáhuac México norte.

Fray Nelsón

Docente de la Facultad de Teología en Universidad de Santo Tomás Colombia.

Padre Alberto Linero

El rockstar de la Iglesia en Colombia, con muchos seguidores por sus prédicas y reflexiones.

Padre Teodoro

El P. Dirk Kranz, también conocido como padre Teodoro en Colombia y el mundo hispanoparlante, ha ejercido ampliamente la pastoral de sanación física, interior e intergeneracional, y de liberación.

Padre Luis Zanzano

Fue ordenado Sacerdote en la Catedral de Tucumán el 23 de Marzo del 2012. El Padre Luis es graduado en Teología de  la Universidad Católica de Argentina, Magister en Liturgia  de la Sociedad Argentina de Liturgia.

Padre Emersón Velaysosa Fernández

De Lima Perú, su facebook lo dedica a la música católica, con reflexiones y recomendaciones.

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Circular 2016 / 7: Ayuda al pueblo de Ecuador afectados por el Sismo del pasado 16 de Abril. | ArquiMty

No. 7 / 2016
Carta - Circular
 
Asunto: Ayuda al pueblo de Ecuador afectados por el Sismo del pasado 16 de Abril.
 

A TODA LA IGLESIA QUE PEREGRINA EN MONTERREY: ¡PAZ Y BIEN!


Muy queridos Hermanos y Hermanas en el Señor:

Saludo a todos atentamente deseándoles gracia y bendición.

Como es de todos sabido por los medios de comunicación, el pasado 16 de Abril, sorprendió al pueblo de Ecuador un sismo, que ha provocado múltiples heridos y pérdidas humanas, éstas catástrofes nos muestran la fragilidad que tenemos ante los desastres naturales, sin embargo, son también oportunidades que tenemos de extender la mano a nuestros hermanos que sufren por esta causa, mostrando nuestra fraternidad y ayuda solidaria.

A través de esta circular, invito a nuestra Iglesia que peregrina en Monterrey, a unirnos para que ayudemos con generosidad a nuestros hermanos ecuatorianos, por medio de nuestra oración a Dios Padre misericordioso para que les fortalezca y salgan adelante; pero también a través del recurso económico destinando en la misas de precepto del Sábado 23 y Domingo 24 de Abril, una parte de la colecta dominical o realizando una segunda colecta al final de las misas, misma que el párroco deberá entregar a la Tesorería Diocesana.

Ponemos bajo la protección de nuestra Señora del Roble, Patrona de nuestra Arquidiócesis a nuestros hermanos de Ecuador.

Dado en la Sede del Arzobispado de Monterrey a los 22 días del mes de Abril del Año de la Misericordia 2016.

 
+ Mons. Rogelio Cabrera López
Arzobispo de Monterrey
Pbro. Fernando Torres Fuentes
Secretario-Canciller
 
 

Curso-Taller para parroquias: "Dar razón de mi esperanza" | ArquiMty - Comunicado

23 de abril / 2016
Comunicado
 
Asunto: Curso-Taller para parroquias: "Dar razón de mi esperanza"
 

A TODOS LOS PÁRROCOS Y RECTORES DE TEMPLOS.

Muy queridos hermanos:

Les saludo muy atentamente deseándoles todo bien en Cristo Resucitado.

Por este medio los invito al taller para parroquias: "Dar razón de mi esperanza". Este tiene como objetivo ser una herramienta que sirva a los fieles para reforzar su identi-dad cristiana y eclesialidad católica, además de motivarlos a mantener la comunión querida por Cristo buscando el diálogo cristiano con aquellos que tienen otra cultura religiosa, dando razón de nuestra esperanza.

Este trabajo es coordinado por instructores del Departamento de Diálogo Interdiscipli-nar e Interreligioso y Cultura del Encuentro y Comunión (DEDIIRCEC) y alumnos del Instituto Arquidiocesano de Monterrey como un apostolado.

Apoyemos esta iniciativa que promueve, con fundamento bíblico y doctrinal, la cultura del diálogo, el encuentro y la comunión.

Para mayor información http://www.pluralidadyunidadmty.orghttp://www.pluralidadyunidadmty.org/; o escríbenos a: dediircec@arquidiócesismty.org,o al telefono 15420511.

Dado en la Sede del Arzobispado de Monterrey, a los veintidós días del mes de abril del Año de la Misericordia 2016

 
+ Mons. Rogelio Cabrera López
Arzobispo de Monterrey
Pbro. Fernando Torres Fuentes
Secretario-Canciller
 
 

lunes, 18 de abril de 2016

"GRATITUD Y COMPROMISO CIUDADANO" | ArquiMty - Comunicado de prensa

18 de abril/ 2016
Comunicado de prensa
 
Asunto: "GRATITUD Y COMPROMISO CIUDADANO"
 

Ante el reciente nombramiento de Mons. Christophe Pierre, como Nuncio Apostólico en Estados Unidos, deseo expresar la gratitud de la Arquidiócesis de Monterrey, en comunión con toda la Iglesia de México, por su amable desempeño como Nuncio en nuestro país durante 9 años.

Su presencia nos ha permitido sentir muy de cerca el cariño que los Sumos Pontífices tienen por México. Agradecemos su disposición y generosidad en las visitas que realizó a nuestra Arquidiócesis y pedimos a Dios le bendiga en esta nueva encomienda para que su ministerio siga dando frutos para el bien de todos.

En otro orden de ideas, deseo hacer un llamado urgente a nuestras autoridades para que se fortalezca la vigilancia en los planteles educativos, establecimientos comerciales y lugares públicos, ya que es alarmante el incremento de robos que se están cometiendo.

Sabemos que este es un trabajo en conjunto, por lo que convoco a todos los ciudadanos para que sumemos esfuerzos y hagamos las denuncias correspondientes, así como el procurar mantener nuestra casa con la seguridad que nos permita resguardar los bienes que se poseen y que, con esfuerzo y dedicación, se han adquirido para el hogar.

Considero que la creciente ola de robos se debe, entre otras cosas, a la búsqueda de un ingreso económico que ayude un poco a solventar el gasto en el hogar. Es obvio que esto nunca será un motivo aceptable para que se realicen este tipo de actos, pero sí es una llamada de atención para que en la sociedad se procuren suficientes espacios de trabajo.

Finalmente, hago una invitación para sumarnos en la ayuda económico a la Cruz Roja Mexicana. Sabemos los grandes esfuerzos que esta institución realiza para servir a la sociedad, y es justo que todos colaboremos con las acciones que realiza esta noble institución.

He pedido a todos los Sacerdotes de la Arquidiócesis para que, en la medida de lo posible, permitan a los colaboradores de la colecta anual estar en los atrios de nuestras Iglesias, solicitando el apoyo de los fieles.

 
+ Mons. Rogelio Cabrera López
Arzobispo de Monterrey
Pbro. Juan José Martínez Segovia
Departamento de Comunicación
 
 

jueves, 7 de abril de 2016

El cristiano no basa su fe en videntes ni “cartas” de la Virgen, advierte Papa Francisco


El cristiano no basa su fe en videntes ni "cartas" de la Virgen, advierte Papa Francisco


Papa Francisco (imagen referencial) / Foto: ACI Prensa


VATICANO, 09 Jun. 15 / 10:52 am (ACI/EWTN Noticias).- Días después de señalar que la decisión sobre las apariciones de Medjugorje llegaría pronto, el Papa Francisco advirtió en la Misa de la Casa Santa Marta que andar pendiente de "videntes" para saber qué les dirá en "la carta que la Virgen les enviará a las cuatro de la tarde", no es parte de la identidad cristiana, sino que la diluye.

Durante la rueda de prensa que dio en su vuelo de regreso de Sarajevo, el Papa señaló que la comisión nombrada por Benedicto XVI para estudiar las supuestas apariciones marianas había hecho "un buen trabajo" después de cuatro años de investigaciones y que se está en la etapa de toma de decisiones.

En ese sentido, durante la Misa celebrada este martes en la Casa Santa Marta, Francisco advirtió a los fieles que hay dos caminos que diluyen el testimonio cristiano. "Hay algunos que siempre necesitan novedades en la identidad cristiana y olvidan que han sido elegidos, ungidos", que "tienen la garantía del Espíritu" y que "buscan: ¿dónde están los videntes, qué nos dice hoy la carta que la Virgen les enviará a las cuatro de la tarde? – Por ejemplo ¿no? Y viven de esto. Ésta no es identidad cristiana. La  última palabra de Dios se llama 'Jesús' y nada más", señaló.

Para llegar a la identidad cristiana, explicó, Dios "nos ha hecho andar por un largo camino de historia", hasta que envió a su Hijo. "También nosotros tenemos que hacer un largo camino en nuestra vida, para que esta identidad cristiana sea fuerte", y de este modo podemos dar testimonio.

Indicó que es verdad que está el pecado, "y el pecado nos hace caer, pero tenemos la fuerza del Señor para levantarnos y seguir adelante con nuestra identidad. Diría que también el pecado es parte de nuestra identidad: somos pecadores, pero pecadores con la fe en Jesucristo".

"No es sólo una fe de conocimiento, no. Es una fe que es un don de Dios y que ha entrado en nosotros gracias a Dios. Es Dios mismo el que nos confirma en Cristo. Y nos ha ungido, el que nos ha marcado con su sello y ha puesto en nuestros corazones las primicias del Espíritu. Es Dios el que nos da este don de la identidad", añadió.

En ese sentido, alentó a "ser fieles a esta identidad cristiana y dejar que el Espíritu Santo, que es la garantía, la prenda en nuestro corazón, nos lleve adelante en la vida". Además reiteró que los cristianos no son personas que andan "detrás de una filosofía", sino que han sido ungidos y tienen la garantía del Espíritu.

"Es una bella identidad, que se ve en el testimonio. Por ello Jesús nos habla del testimonio como del lenguaje de nuestra identidad cristiana", dijo el Papa, subrayando que ello se verifica aun "cuando la misma identidad cristiana – puesto que somos pecadores – es tentada; las tentaciones llegan siempre", por lo que la identidad "puede debilitarse y perderse".

En ese sentido, advirtió que hay dos caminos peligrosos que debilitan la identidad cristiana.

"Primero, pasar del testimonio a las ideas, diluir el testimonio. 'Sí, soy cristiano… el cristianismo es esto, una bella idea. Yo le rezo a Dios…' Y así, del Cristo concreto, porque la identidad cristiana es concreta – lo leemos en la Bienaventuranzas; concreción que está también en Mateo 25: la identidad cristiana es concreta – pasamos a esta religión un poco blanda, con el aire y el camino de los gnósticos. Detrás está el escándalo. Esta identidad cristiana es escandalosa. Y la tentación es: 'No, no, sin escándalo'".

"La cruz es un escándalo", reiteró. Por ello, exhortó a no buscar a Dios "con esas espiritualidades cristianas un poco etéreas".

El otro camino, señaló, es la mundanidad. "Ampliar tanto la conciencia para que entre todo. 'Sí, somos cristianos, pero esto sí…' No sólo moralmente, sino también humanamente. La mundanidad es humana. Y así la sal pierde su sabor. Y vemos a comunidades cristianas, también a cristianos, que dicen que son cristianos, pero no pueden y no saben dar testimonio de Jesucristo. Y así la identidad retrocede, retrocede y se pierde".

"Este nominalismo mundano lo vemos todos los días. En la historia de salvación de Dios, con su paciencia de Padre, nos ha llevado de la ambigüedad a la certeza, a lo concreto de la encarnación y la muerte redentora de su Hijo. ¡Ésta es nuestra identidad!".

Francisco concluyó recordando que San Pablo se vanagloria de Jesús hecho hombre y muerto por obediencia, ésta es la identidad y allí está el testimonio. Es una gracia que debemos pedir al Señor: que siempre nos dé este regalo, este don de una identidad que no intenta adaptarse a las cosas, hasta perder su sabor de sal.

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sábado, 2 de abril de 2016

Mensaje de Mons. Jorge Alberto Cavazos Arizpe a la Arquidiócesis de Monterrey | ArquiMty - Comunicado

2 de abril/ 2016
Comunicado
 
Asunto: Mensaje de Mons. Jorge Alberto Cavazos Arizpe a la Arquidiócesis de Monterrey
 

A mi amada Arquidiócesis de Monterrey.

Deseando para Ustedes La Paz y La Fuerza de Cristo resucitado, les saludo y bendigo.

Como se ha publicado hoy 2 de abril de 2016, Nuestro Señor Jesucristo Pastor eterno, a través El Papa Francisco, su Vicario en la Tierra, me envía a la querida Diócesis de San Juan de los Lagos, en Jalisco, para servirle presidiéndola como Su VI Obispo.

Durante la Semana Santa recibí esta noticia, situación que me llevó a meditar de forma especial durante el triduo sacro este designio y pedir por todos.

Agradezco a Jesús Buen Pastor, la confianza a un servidor indigno sucesor de sus Apóstoles, para presidir a esta hermana Diócesis bendecida y engalanada por Nuestra Madre Santísima de San Juan de los Lagos, de nuestros mártires, hermanos de quienes nos alimentamos de su fiel y valiente testimonio, viviendo así nuestra comunión con los santos; y así mismo tantos hermanos sacerdotes, seglares, religiosas(os), llevando ahora la misión permanente.

Agradezco a todos su gran hermandad, su paciencia ante mis limitaciones, agradezco todo su cariño, oraciones, testimonios de evangelización, de amistad con Jesucristo y tantas bendiciones más.

Ustedes me han visto nacer y crecer humanamente y en la fe, me han acompañado y ayudado a madurar mi servicio a Dios; les pido perdón por mis fallas y faltas.

Recuerdo tantos momentos de fe y fraternidad en la Basílica de Guadalupe (mi parroquia), en el Seminario, en la parroquia Jesús Buen Pastor, en la Curia Arzobispal, tantos momentos de fe y solidaridad en la alegría como en el dolor (Santa Clara de Asís en Juárez, N.L.). y en tantas comunidades en las que ya como seminarista, sacerdote o como Obispo Auxiliar y Administrador estuve; son una Iglesia llena de virtudes y creativa en la misión.

Especialmente agradezco a los sacerdotes: su hermandad, el lugar que me dieron; aún cuando nos conocimos desde nuestro crecer en el seminario, me dieron un respeto y lugar como Obispo, gracias e igualmente perdón por las fallas cometidas por mis limitaciones, pidan por mí y hoy especialmente unidos en oración por el deceso de nuestro maestro Mons. Emigdio. Gracias a todos mis hermanos Obispos, siempre aprendo de Ustedes y siempre agradeceré su hermandad y sus detalles, por todos y por todo agradezco y bendigo infinitamente al Señor.

Soy hijo de esta Iglesia de Monterrey, dejo las raíces de donde nací pero llevo su fe y carismas, su educación, cultura de trabajo y de gran visión; esto es parte de la vida y misión de un Apóstol: Ir a donde El Maestro, Pastor Eterno indica; seguir las huellas de Jesús que hace 37 años me dijo: "Ven y Sígueme". Él es mi vida, seguirlo, aún con el costo de dejar: es un gran honor y felicidad.

Voy a la tierra de Nuestra queridísima Madre de San Juan de los Lagos: Ella ve la fe y cariño que le tenemos, (Monterrey es la diócesis que más parroquias y templos le tenemos como Patrona, muchos grupos frecuentemente van en peregrinación); ahora Su Hijo me envía a estar junto a Ella; desde que me informaron de este designio sentí el cobijo de su Manto, cumpliéndose el rezo de su jaculatoria: " Por tu limpia concepción y belleza sin igual, cúbrenos con tu manto, Madre mía de San Juan". Es mucha felicidad ir a una diócesis no solo hermosa en sus poblaciones, sus hermosos templos y tradiciones religiosas y culturales; sino también por el gran número y trabajo de sacerdotes y sus proyectos pastorales, todo es expresión de su gran fe y corazón que han gestado grandes personas en la historia.

Queridos hermanos, como Sucesor de los Apóstoles y en comunión con El Papa y el colegio episcopal me toca ir a otro lugar, somos la misma Iglesia, solo distintos lugares; siempre les diré: muchas gracias, Dios les bendiga; amo a mi gente, a mi tierra, siempre pediré ante nuestra Madre de San Juan por ustedes y espero verles en la también bendita diócesis de San Juan de Los Lagos.

Hoy daré gracias a Dios a las 6:00 p.m. en Basílica de N. Sra. de Guadalupe, donde pediré por todos y espero también me puedan acompañar en la Eucaristía de despedida de la Arquidiócesis, así como en la de mi inicio de ministerio como VI Obispo de San Juan de los Lago, fechas que daremos a conocer próximamente.

Fraternalmente mis oraciones y mi bendición:

"Instaurar todo en Cristo"

+ Jorge Alberto Cavazos Arizpe.
Obispo electo de La Diócesis de San Juan de los Lagos.

Cd. Metropolitana de N. Sra. de Monterrey N.L. México, abril 2 de 2016.
Año de la Misericordia

 
+ Mons. Rogelio Cabrera López
Arzobispo de Monterrey
Pbro. Fernando Torres Fuentes
Secretario-Canciller
 
 

Elección de Mons. Jorge Alberto Cavazos Arizpe como Obispo de la Diócesis de San Juan de los Lagos, Jal. | ArquiMty - Comunicado

2 de abril/ 2016
Comunicado
 
Asunto: Elección de Mons. Jorge Alberto Cavazos Arizpe como Obispo de la Diócesis de San Juan de los Lagos, Jal.
 

A TODA LA IGLESIA QUE PEREGRINA EN MONTERREY: ¡PAZ Y BIEN!


Muy queridos hermanos y hermanas:

Les saludo muy atentamente deseándoles todo bien en el Señor Resucitado.

Con suma alegría, un servidor y los Obispo Auxiliares, queremos comunicarles que Su Santidad, el Papa Francisco, ha tenido a bien nombrar a Monseñor Jorge Alberto Cavazos Arizpe como Obispo de la Diócesis de San Juan de los Lagos, Jal.

Esta noticia se ha dado a conocer el día de hoy en la Ciudad de Roma y a través de los distintos medios de comunicación ha llegado a todos.

El Obispo electo de San Juan de los Lagos, Monseñor Jorge Alberto nació en la ciudad de Monterrey, el 31 de Julio de 1962. Es hijo del Sr. Héctor Manuel Cavazos Gutiérrez y la Sra. Lidia Arizpe de Cavazos (+)

Fue ordenado sacerdote el día 31 de Enero de 1989 y nombrado por el Santo Padre Benedicto XVI, Obispo titular de Ísola y Auxiliar de Monterrey, el día 7 de Enero del 2009 y recibió la Ordenación Episcopal el 26 de Marzo del mismo año.

En nuestra Arquidiócesis ha desarrollado diversos ministerios a lo largo de sus 7 años de obispo Auxiliar:
. Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de Monterrey del 7 de febrero al 5 de diciembre de 2012.
. Administrador Apostólico de la diócesis de Nuevo Laredo del 29 de Julio de 2015 al 13 de enero de 2016.

A nivel Provincia y Nacional:
. Encargado de seminarios
. Encargado de comisiones de clero.
. Miembro del consejo permanente de la CEM por la provincia de Monterrey del 2009 - 2016.
. Comisión Episcopal para la Universidad Pontificia de México: 2009- 2016.
. Responsable de la dimensión pastoral laboral 2012 -.
. Equipo Episcopal de la dimensión Justicia, paz, reconciliación, fe y política del 2014-.

Invitamos a todos los fieles y sacerdotes de esta Iglesia diocesana, a elevar nuestra acción de gracias a Dios nuestro Señor, que en su benevolencia, nos ha concedido por estos siete años a Monseñor Jorge A. Cavzos como Obispo Auxiliar de nuestra Arquidiócesis, y ahora como nuevo Obispo para la Diócesis de San Juan de los Lagos.

Felicitemos al nuevo Obispo Mons. Jorge A. Cavazos y pidamos al Señor para que le colme de sus bendiciones, lo llene de su fortaleza y le dé la inspiración siempre sabia para su ministerio episcopal en esta nueva etapa de su vida.

Que la Santísima Virgen María del Roble lo auxilie y proteja.

Dado en la Sede del Arzobispado de Monterrey, a los dos días del mes de Marzo del Año de la Misericordia 2016.

 
+ Mons. Rogelio Cabrera López
Arzobispo de Monterrey
Pbro. Fernando Torres Fuentes
Secretario-Canciller
 
 

sábado, 26 de marzo de 2016

Papa Francisco propone estas 30 preguntas para un buen examen de conciencia

Papa Francisco propone estas 30 preguntas para un buen examen de conciencia

El Papa Francisco confesando en el marco de "24 horas para el Señor" en el 2014 / Foto: L'Osservatore Romano

VATICANO, 05 Feb. 16 / 06:48 pm (ACI).- En la Cuaresma 2015, el Papa Francisco obsequió a los fieles en la Plaza de San Pedro un folleto especial titulado "Custodia el corazón", que fue entregado por varios indigentes de Roma y que tiene una serie de importantes recursos para el camino de conversión hacia la Semana Santa.

Entre los distintos recursos planteados por el Santo Padre está un examen de conciencia de 30 preguntas para hacer una buena confesión, así como una breve explicación sobre las razones para acudir al sacramento.

Este recurso cobra particular interés al acercarse "24 horas con el Señor", a la que invita el Pontífice los días 4 y 5 de marzo para que los católicos, especialmente los más alejados de la Iglesia, se reconcilien con Dios en preparación para la Pascua.

A la pregunta ¿por qué confesarse?, el folleto contesta: "¡porque somos pecadores! Es decir, pensamos y actuamos de modo contrario al Evangelio. Quien dice estar sin pecado es un mentiroso o un ciego. En el sacramento Dios Padre perdona a quienes, habiendo negado su condición de hijos, se confiesan de sus pecados y reconocen la misericordia de Dios".

Para confesarse, prosigue el texto, es necesario comenzar "por la escucha de la voz de Dios" seguido del "examen de conciencia, el arrepentimiento y el propósito de la enmienda, la invocación de la misericordia divina que se nos concede gratuitamente mediante la absolución, la confesión de los pecados al sacerdote, la satisfacción o cumplimiento de la penitencia impuesta, y finalmente, con la alabanza a Dios por medio de una vida renovada".

El examen de conciencia

A continuación las 30 preguntas propuestas por el Papa Francisco para hacer una buena confesión:

En relación a Dios
¿Solo me dirijo a Dios en caso de necesidad? ¿Participo regularmente en la Misa los domingos y días de fiesta? ¿Comienzo y termino mi jornada con la oración? ¿Blasfemo en vano el nombre de Dios, de la Virgen, de los santos? ¿Me he avergonzado de manifestarme como católico? ¿Qué hago para crecer espiritualmente, cómo lo hago, cuándo lo hago? ¿Me revelo contra los designios de Dios? ¿Pretendo que Él haga mi voluntad?

En relación al prójimo
¿Sé perdonar, tengo comprensión, ayudo a mi prójimo? ¿Juzgo sin piedad tanto de pensamiento como con palabras? ¿He calumniado, robado, despreciado a los humildes y a los indefensos? ¿Soy envidioso, colérico, o parcial? ¿Me avergüenzo de la carne de mis hermanos, me preocupo de los pobres y de los enfermos?
¿Soy honesto y justo con todos o alimento la cultura del descarte? ¿Incito a otros a hacer el mal? ¿Observo la moral conyugal y familiar enseñada por el Evangelio? ¿Cómo cumplo mi responsabilidad de la educación de mis hijos? ¿Honro a mis padres? ¿He rechazado la vida recién concebida? ¿He colaborado a hacerlo? ¿Respeto el medio ambiente?

En relación a mí mismo
¿Soy un poco mundano y un poco creyente? ¿Cómo, bebo, fumo o me divierto en exceso? ¿Me preocupo demasiado de mi salud física, de mis bienes? ¿Cómo utilizo mi tiempo? ¿Soy perezoso? ¿Me gusta ser servido? ¿Amo y cultivo la pureza de corazón, de pensamientos, de acciones? ¿Nutro venganzas, alimento rencores? ¿Soy misericordioso, humilde, y constructor de paz?

Para descargar "Custodia el Corazón", ingresa a: https://www.aciprensa.com/noticias/custodia-el-corazon-descarga-el-libro-de-bolsillo-que-regalo-el-papa-francisco-para-vivir-la-cuaresma-60331/

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viernes, 25 de marzo de 2016

TEXTO: Las meditaciones del Vía Crucis 2016 que el Papa Francisco presidirá en Roma

TEXTO: Las meditaciones del Vía Crucis 2016 que el Papa Francisco presidirá en Roma

Vía Crucis del año 2015 presidido por el Papa Francisco / Foto: L'Osservatore Romano

VATICANO, 22 Mar. 16 / 10:19 am (ACI).- Este martes la Santa Sede publicó las meditaciones del Vía Crucis que el Papa Francisco presidirá este 25 de marzo, Viernes Santo, en el Coliseo Romano y que fueron elaboradas por el Arzobispo de Perugia (Italia), Cardenal Gualtiero Bassetti, con el lema "Dios es Misericordia".
El texto es el siguiente:

OFICINA PARA LAS CELEBRACIONES LITÚRGICAS DEL SUMO PONTÍFICE
VIERNES SANTO PASIÓN DEL SEÑOR
VÍA CRUCIS 2016 PRESIDIDO POR EL SANTO PADRE FRANCISCO EN EL COLISEO ROMANO
«DIOS ES MISERICORDIA»



MEDITACIONES
Cardenal Gualtiero Bassetti
Arzobispo de Perugia – Città della Pieve

INTRODUCCIÓN

¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo! (2 Co 1,3)
En este Jubileo Extraordinario, el Vía Crucis del Viernes Santo nos atrae con una fuerza particular, la de la misericordia del Padre Celeste, que quiere derramar sobre todos nosotros su Espíritu de gracia y de consuelo.
La misericordia es el canal de la gracia de Dios que llega a todos los hombres y mujeres de hoy. Hombres y mujeres a menudo perdidos y confundidos, materialistas e idólatras, pobres y solos. Miembros de una sociedad que parece haber desterrado el pecado y la verdad.
«Volverán sus ojos hacia mí, al que traspasaron» (Za 12,10). Que las palabras proféticas de Zacarías se cumplan también en nosotros esta tarde. Que se eleve la mirada de nuestras infinitas miserias para posarse sobre él, Cristo Señor, Amor misericordioso. Entonces podremos contemplar su rostro y escuchar sus palabras: «Con amor eterno te amé» (Jr 31,3). Él, con su perdón, borra nuestros pecados y nos abre el camino de la santidad, en el que abrazaremos nuestra cruz, junto con él, por amor a los hermanos. La fuente que ha lavado nuestro pecado se transformará dentro de nosotros «en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna» (Jn 4,14).

Breve pausa de silencio
Oremos
Padre eterno,
Por medio de la Pasión de tu amado Hijo,
has querido revelarnos tu corazón
y darnos tu misericordia.
Haz que, unidos a María, Madre suya y nuestra,
sepamos acoger y custodiar siempre el don del amor.
Que ella, Madre de la Misericordia,
te presente las oraciones que elevamos por nosotros y por toda la humanidad,
para que la gracia de este Vía Crucis
llegue a todos los corazones humanos
e infunda en ellos una esperanza nueva,
esa esperanza indefectible
que irradia desde la cruz de Jesús,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

Primera Estación
Jesús es condenado a muerte
V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del Evangelio según san Marcos (15, 14-15)
Pilato les dijo: «Pues ¿qué mal ha hecho?». Ellos gritaron más fuerte: «Crucifícalo». Y Pilato, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.
Jesús está solo ante el poder de este mundo. Y se somete hasta el final a la justicia de los hombres. Pilato se encuentra ante un misterio que no llega a comprender. Se interroga y pide explicaciones. Busca una solución y llega, posiblemente, hasta el umbral de la verdad. Pero decide no cruzarlo. Entre la vida y la verdad escoge la propia vida. Entre el hoy y la eternidad elige el hoy.
La muchedumbre elige a Barrabás y abandona a Jesús. La gente quiere la justicia de la tierra y opta por el justiciero: aquel que podría liberarles de la opresión y del yugo de la esclavitud. Pero la justicia de Jesús no se cumple con una revolución: pasa a través del escándalo de la cruz. Jesús desbarata cualquier plan de liberación porque toma sobre sí el mal del mundo y no responde al mal con el mal. Y esto los hombres no lo entienden. No entienden que la justicia de Dios pueda derivarse de una derrota del hombre.
Cada uno de nosotros forma parte hoy de la muchedumbre que grita: «¡Crucifícale!». Nadie puede sentirse excluido. La muchedumbre y Pilato, en efecto, están dominados por una sensación interior que acomuna a todos los hombres: el miedo. El miedo a perder las propias seguridades, los propios bienes, la propia vida. Pero Jesús señala otro camino.
Señor Jesús,
cómo nos sentimos semejantes a estos personajes.
¡Cuánto miedo hay en nuestra vida!
Tenemos miedo del diferente, del extranjero, del emigrante.
Nos causa temor el futuro, los imprevistos, la miseria.
Cuánto miedo hay en nuestras familias, en los lugares de trabajo, y en nuestras ciudades…
Y, tal vez, tenemos miedo también de Dios: miedo del juicio divino, que nace de la poca fe, de no conocer su corazón y de las dudas sobre su misericordia.
Señor Jesús, condenado por el miedo de los hombres, líbranos del temor de tu juicio.
Haz que el grito de nuestras angustias no nos impida sentir la dulce fuerza de tu invitación: «¡No tengáis miedo!».
__________
Todos:
Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo. Amen.
Stabat Mater dolorosa
iuxta crucem lacrimosa,
dum pendebat Filius.

Segunda estación
Jesús con la cruz a cuestas
V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del Evangelio según san Marcos (15,20)
Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacan para crucificarlo.
El miedo ha emitido la sentencia, pero no puede desvelarse y se esconde detrás de las actitudes del mundo: escarnio, humillación, violencia y burla. Ahora Jesús está revestido con sus ropas, con su sola humanidad, dolorosa y sangrante, sin púrpura, ni ningún signo de su divinidad. Y así lo presenta Pilato: «Ecce homo!» (Jn 19,5).
Esta es la condición de todo el que se pone a seguir a Cristo. El cristiano no busca el aplauso del mundo o la aprobación de la calle. El cristiano no adula y no dice mentiras para conquistar el poder. El cristiano acepta el escarnio y la humillación a causa del amor y de la verdad.
«¿Qué es la verdad?» (Jn 18,38), preguntó Pilato a Jesús. Esta es la pregunta de todos los tiempos. Es la pregunta de hoy. Aquí está la verdad: la verdad del Hijo del hombre predicho por los profetas (cf. Is 52,13-53,12), un rostro humano desfigurado que desvela la fidelidad de Dios.
En cambio, demasiado a menudo, buscamos la verdad a bajo precio, que se acomode a nuestra vida, que responda a nuestras inseguridades o incluso que satisfaga nuestros intereses más bajos. De este modo, terminamos conformándonos con verdades parciales o aparentes, dejándonos engañar por «profetas de desventura que anuncian siempre lo peor» (san Juan XXIII) o por hábiles flautistas que anestesian nuestro corazón con músicas sugerentes que nos alejan del amor de Cristo.
El Verbo de Dios se ha hecho hombre,
Vino a enseñarnos la verdad toda entera, sobre Dios y el hombre.
Dios es aquel que toma la cruz sobre sus hombros (cf. Jn 19,17)
y se encamina por la vía del don misericordioso de sí mismo.
Y el hombre que se realiza en la verdad es aquel que lo sigue en ese mismo camino.
Señor Jesús, concédenos contemplarte en la teofanía de la cruz, el punto más alto de tu revelación, y de reconocer también en el esplendor misterioso de tu rostro los rasgos de nuestro rostro.
Todos:
Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo. Amen.
Cuius animam gementem,
contristatam et dolentem
pertransivit gladius

Tercera Estación
Jesús cae por primera vez
V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del profeta Isaías (53, 4.7)
Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado. Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca: como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca.
Jesús es el Cordero, predicho por el profeta, que ha cargado sobre sus hombros el pecado de toda la humanidad. Se ha hecho cargo de la debilidad del amado, de sus dolores y delitos, de sus iniquidades y maldiciones. Hemos llegado al punto extremo de la encarnación del Verbo. Pero hay un punto aún más bajo: Jesús cae bajo el peso de esta cruz. ¡Un Dios que cae¡
En esta caída está Jesús que da sentido al sufrimiento de los hombres. El sufrimiento para el hombre es a veces un absurdo, incomprensible para la mente, presagio de muerte. Hay sufrimientos que parecen negar el amor de Dios. ¿Dónde está Dios en los campos de exterminio? ¿Dónde está Dios en las minas y en las fábricas donde trabajan los niños como esclavos? ¿Dónde está Dios en las pateras que se hunden en el Mediterráneo?
Jesús cae bajo el peso de la cruz, pero no queda aplastado. Cristo está allí, descartado entre los descartados, último entre los últimos. Náufrago entre los náufragos.
Dios se hace cargo de todo eso. Un Dios que por amor renuncia a mostrar su omnipotencia. Pero que así, precisamente así, caído en tierra como grano de trigo, Dios es fiel a sí mismo: fiel en el amor.
Te rogamos, Señor,
por todos esos sufrimientos que parecen no tener sentido,
por los judíos muertos en los campos de exterminio,
por los cristianos asesinados por odio a la fe,
por las víctimas de toda persecución,
por los niños esclavizados en el trabajo,
por los inocentes que mueren en las guerras.
Haznos comprender, Señor, cuánta libertad y fuerza interior hay en esta inédita revelación de tu divinidad, tan humana como para caer bajo el peso de la cruz de los pecados del hombre, tan divinamente misericordiosa como para derrotar el mal que nos oprimía.
Todos:
Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo. Amen.
O quam tristis et afflicta
fuit illa benedicta
Mater Unigeniti!

CUARTA ESTACIÓN
Jesús encuentra a su Madre
V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del Evangelio según san Lucas (2, 34-35.51)
Simeón los bendijo diciendo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma». Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Dios ha querido que la vida venga al mundo a través del dolor del parto: a través del sufrimiento de una madre que da la vida al mundo. Todos necesitan una Madre, también Dios. «El Verbo se hizo carne» (Jn 1,14) en el seno de una Virgen. María lo acogió, lo dio a luz en Belén, lo envolvió en pañales, lo protegió y lo hizo crecer con el calor de su amor, y lo acompañó hasta su «hora».
Ahora, a los pies del Calvario, se cumple la profecía de Simeón: una espada le atraviesa el corazón. María ve al Hijo, desfigurado y exánime bajo el peso de la cruz. Ojos dolorosos, los de la Madre, partícipe hasta el extremo en el dolor del Hijo, pero también ojos llenos de esperanza, que, desde el día de su «sí» al anuncio del ángel (cf. Lc 1,26-38) no han dejado de reflejar esa luz divina que brilla también en este día de sufrimiento.
María es esposa de José y madre de Jesús. Hoy como siempre la familia es el corazón palpitante de la sociedad; célula irrenunciable de la vida común; clave de bóveda insustituible de las relaciones humanas; amor para siempre que salvará al mundo.
María es mujer y madre. Genio femenino y ternura. Sabiduría y caridad. María, como madre de todos, «es signo de esperanza para los pueblos que sufren dolores de parto», y «como una verdadera madre, ella camina con nosotros, lucha con nosotros, y derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 286).
Oh María, Madre del Señor,
Tú fuiste para tu divino Hijo el primer reflejo de la misericordia de su Padre,
aquella misericordia que le pediste que manifestara en Caná.
Ahora que tu Hijo nos revela el Rostro del Padre hasta las últimas consecuencias del amor,
caminas en silencio tras sus huellas, como primera discípula de la cruz.
Oh María, Virgen fiel,
cuida de todos los huérfanos de la Tierra,
protege a todas las mujeres explotadas y maltratadas.
Suscita mujeres valerosas para el bien de la Iglesia.
Inspira a cada madre para que eduque a sus hijos en la ternura del amor de Dios,
y que, en el momento de la prueba, los acompañen en su camino
con la fuerza silenciosa de su fe.
Todos:
Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo. Amen.
Quœ mœrebat et dolebat
pia Mater, dum videbat
Nati pœnas incliti.

QUINTA ESTACIÓN
El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz
V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del Evangelio según san Marcos (15, 21-22)
Y a uno que pasaba, de vuelta del campo, a Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a llevar la cruz. Y llevaron a Jesús al Gólgota, que quiere decir lugar de «La Calavera».
En la historia de la salvación aparece un hombre desconocido. A Simón de Cirene, un trabajador que volvía del campo, lo obligan a llevar la cruz. Y la gracia del amor de Cristo, que pasa a través de aquella cruz, actúa en primer lugar en él. Y Simón, forzado a llevar un peso a regañadientes, llegará a ser discípulo del Señor.
Cuando el sufrimiento toca a la puerta nunca es bien recibido. Se presenta siempre como una imposición, a veces incluso como una injusticia. Y nos puede encontrar dramáticamente desprevenidos. Una enfermedad puede acabar con nuestros proyectos de vida. Un niño discapacitado puede perturbar el sueño de una maternidad anhelada. Esa tribulación no buscada llama sin embargo con prepotencia al corazón del hombre. ¿Cómo reaccionamos frente al sufrimiento de una persona amada? ¿Cuánto nos preocupa el grito de quien sufre pero vive lejos de nosotros?
El Cireneo nos ayuda a entrar en la fragilidad del alma humana y nos descubre otro aspecto de la humanidad de Jesús. Hasta el Hijo de Dios tuvo necesidad de alguien que lo ayudara a llevar la cruz. ¿Quién es el Cireneo? Es la misericordia de Dios presente en la historia de los seres humanos. Dios se ensucia las manos con nosotros, con nuestros pecados y fragilidades. No se avergüenza. Y no nos abandona.
Señor Jesús,
te damos gracias por este don que supera todo deseo y nos desvela tu misericordia.
Tú nos has amado, no sólo hasta darnos la salvación, sino hasta hacernos instrumentos de salvación.
Mientras tu cruz da sentido a todas nuestras cruces, a nosotros se nos da la gracia más grande de la vida:
participar activamente en el misterio de la redención,
ser instrumentos de salvación para nuestros hermanos.
Todos:
Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo. Amen.
Quis est homo qui non fleret,
Matrem Christi si videret
in tanto supplicio?

SEXTA ESTACIÓN
La Verónica enjuga el rostro de Jesús
V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del profeta Isaías (53, 2-3)
Sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultaban los rostros, despreciado y desestimado.
Entre la agitada multitud que contempla la subida de Jesús al Calvario, aparece Verónica, una mujer sin rostro, sin historia. Y, sin embargo, una mujer valiente, dispuesta a escuchar al Espíritu y seguir sus inspiraciones, capaz de reconocer la gloria del Hijo de Dios en el rostro desfigurado de Jesús, y percibir su invitación: «Vosotros, los que pasáis por el camino, mirad y ved si hay dolor como el dolor que me atormenta» (Lm 1,12).
El amor que encarna esta mujer nos deja sin palabras. El amor le da fuerzas para desafiar a los guardias, para atravesar la multitud, para acercarse al Señor y realizar un gesto de compasión y de fe: detener el flujo de sangre de las heridas, enjugar las lágrimas del dolor, contemplar aquel rostro desfigurado, detrás del cual se esconde el rostro de Dios.
Instintivamente huimos del sufrimiento, porque el sufrimiento nos repugna. Cuántas veces, cuando nos encontramos con tantos rostros desfigurados por las aflicciones de la vida miramos a otro lado. ¿Cómo no ver el rostro del Señor en los millones de prófugos, refugiados y desplazados que huyen desesperados del horror de la guerra, de las persecuciones y de las dictaduras? Para cada uno de ellos, con su rostro irrepetible, Dios se manifiesta siempre como un valiente rescatador. Como Verónica, la mujer sin rostro, que enjugó amorosamente el rostro de Jesús.
«Tu rostro buscaré, Señor» (Sal 27,8).
Ayúdame a encontrarlo en los hermanos que recorren la vía del dolor y de la humillación.
Haz que sepa enjugar las lágrimas y la sangre de los vencidos de toda época,
de los que la sociedad rica y despreocupada descarta sin escrúpulo.
Haz que detrás de cada rostro, también el del hombre más abandonado, sepa descubrir tu rostro de belleza infinita.
Todos:
Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo. Amen.
Quis non posset contristari,
Christi Matrem contemplari
dolentem cum Filio?

SÉPTIMA ESTACIÓN
Jesús cae por segunda vez
V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del profeta Isaías (53,5)
Fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron.
Jesús cae de nuevo. Aplastado pero no aniquilado por el peso de la cruz. Una vez más, descubre su humanidad. Es una experiencia al límite de la impotencia, de vergüenza ante quienes lo afrentan, de humillación ante quienes habían esperado en él. Nadie quisiera nunca caer por tierra y experimentar el fracaso. Especialmente delante de otras personas.
Con frecuencia los hombres se rebelan contra la idea de no tener poder, de no ser capaces de llevar adelante la propia vida. Jesús, en cambio, encarna el «poder de los sin poder». Experimenta el tormento de la cruz y la fuerza salvadora de la fe. Sólo Dios puede salvarnos. Sólo él puede transformar un signo de muerte en una cruz gloriosa.
Si Jesús ha caído en tierra por segunda vez por el peso de nuestros pecados, aceptemos entonces que también nosotros caemos, que hemos caído, que aún podemos caer por nuestros pecados. Reconozcamos que no podemos salvarnos por nosotros mismos, con nuestras propias fuerzas.
Señor Jesús, que has aceptado la humillación de caer de nuevo bajo la mirada de todos:
quisiéramos contemplarte no sólo cuando estás en el polvo,
sino fijar en ti nuestra mirada,
desde la misma situación, también nosotros por tierra, caídos por nuestras debilidades.
Haznos tomar conciencia de nuestro pecado,
la voluntad de volver a levantarse que nace del dolor.
Da a toda tu Iglesia la conciencia del sufrimiento.
Ofrece en particular a los ministros de la Reconciliación el don de las lágrimas por sus pecados.
¿Cómo podrán invocar sobre los demás y sobre sí mismos tu misericordia si no saben primero llorar sus propias culpas?
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Todos:
Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo. Amen.
Pro peccatis suœ gentis
vidit Iesum in tormentis
et flagellis subditum.

OCTAVA ESTACIÓN
Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén
V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del Evangelio según san Lucas (23,27-28)
Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos».
Jesús, aunque está desgarrado por el dolor y busca refugio en el Padre, siente compasión del pueblo que lo seguía y se dirige directamente a las mujeres que lo están acompañando en el camino del Calvario. Y hace un enérgico llamamiento a la conversión.
«No lloréis por mí», dice el Nazareno, porque yo estoy haciendo la voluntad del Padre, sino llorad por vosotras por todas las veces que no hacéis la voluntad de Dios.
Es el Cordero de Dios el que habla y que, llevando sobre sus hombros el pecado del mundo, purifica los ojos de estas hijas, que ya se dirigen hacia él, aunque de modo imperfecto. «¿Qué tenemos que hacer?», parece gritar el llanto de estas mujeres delante del Inocente. Es la misma pregunta que la multitud le hizo al Bautista (cf. Lc 3,10) y que repiten luego quienes escuchan a Pedro después de Pentecostés, sintiéndose traspasado el corazón: «¿Qué tenemos que hacer?» (Hch 2,37).
La respuesta es simple y precisa: «Convertíos». Una conversión personal y comunitaria: «Rezad unos por otros para que os curéis» (St 5,16). No hay conversión sin caridad. Y la caridad es el modo de ser Iglesia.
Señor Jesús,
que tu gracia sostenga nuestro camino de conversión para regresar a ti,
en comunión con nuestros hermanos,
por quienes te pedimos nos des tus mismas entrañas de misericordia,
entrañas maternas que nos hagan capaces de sentir unos por otros ternura y compasión.
y de llegar a entregarnos por la salvación del prójimo.
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Todos:
Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo. Amen.
Eia, Mater, fons amoris,
me sentire vim doloris
fac, ut tecum lugeam.

NOVENA ESTACIÓN
Jesús cae por tercera vez
V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura de la carta del Apóstol Pablo a los Filipenses (2,6-7)
Él, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al contrario, se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres.
Jesús cae por tercera vez. El Hijo de Dios experimenta hasta las últimas consecuencias la condición humana. Con esta caída entra aún más plenamente en la historia de la humanidad. Y acompaña en todo momento a la humanidad que sufre. «Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos» (Mt 28, 21).
¡Cuántas veces los hombres y las mujeres caen por tierra! ¡Cuántas veces los hombres, las mujeres y los niños sufren por la familia dividida! ¡Cuántas veces los hombres y las mujeres piensan que no tienen más dignidad porque no tienen un trabajo! ¡Cuántas veces los jóvenes están obligados a vivir una vida precaria y pierden la esperanza en el futuro!
El hombre que cae, y que contempla al Dios que cae, es el hombre que puede finalmente admitir su debilidad e impotencia ya sin temor y desesperación, precisamente porque también Dios lo ha experimentado en su Hijo. Es gracias a la misericordia que Dios se ha abajado hasta este punto, hasta estar tendido en el polvo del camino. Polvo mojado por el sudor de Adán y la sangre de Jesús y de todos los mártires de la historia; polvo bendecido por las lágrimas de tantos hermanos que murieron por la violencia y la explotación del hombre por el hombre. A este polvo bendito, ultrajado, violado y depredado por el egoísmo humano, el Señor ha reservado su último abrazo.
Señor Jesús,
postrado sobre esta tierra reseca,
estás cerca de todos los hombres que sufren
e infundes en sus corazones la fuerza para volver a levantarse.
Te pido, Dios de la misericordia,
por todos los que se encuentran postrados por tierra por tantos motivos:
pecados personales, matrimonios fracasados, soledad,
pérdida del trabajo, dramas familiares, angustia por el futuro.
Hazles sentir que tú no estás lejos de cada uno de ellos,
porque el más próximo a ti, que eres la misericordia encarnada,
es el hombre que más siente la necesidad del perdón
y sigue esperando contra toda esperanza.
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Todos:
Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo. Amen.
Fac, ut ardeat cor meum
in amando Christum Deum,
ut sibi complaceam.

DÉCIMA ESTACIÓN
Jesús es despojado de sus vestiduras
V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del Evangelio según san Marcos (15,24)
Después lo crucificaron. Los soldados se repartieron sus vestiduras, sorteándolas para ver qué le tocaba a cada uno.
A los pies de la cruz, bajo el crucificado y los ladrones que sufren, están los soldados que se disputan las vestiduras de Jesús. Es la banalidad del mal.
La mirada de los soldados es ajena a este sufrimiento y distante de la historia que los rodea. Parece que lo que está sucediendo no les afecta. Mientras el Hijo de Dios padece los suplicios de la cruz, ellos, sin inmutarse, siguen llevando una vida dominada por las pasiones. Esta es la gran paradoja de la libertad que Dios ha concedido a sus hijos. Ante la muerte de Jesús, cada hombre puede elegir: o contemplar a Cristo o «echar a suertes».
Es enorme la distancia que separa al Crucificado de sus verdugos. El interés mezquino por las vestiduras no les permite percibir el sentido de aquel cuerpo inerme y despreciado, escarnecido y maltratado, en el que se cumple la divina voluntad de salvación de la humanidad entera.
Aquel cuerpo que el Padre ha «preparado» para el Hijo (cf. Sal 40, 7; Hb 10, 5) expresa ahora el amor del Hijo por el Padre y el don total de Jesús a los hombres. Aquel cuerpo despojado de todo, menos del amor, encierra en sí el inmenso dolor de la humanidad y habla de todas sus heridas. Sobre todo de las más dolorosas: las llagas de los niños profanados en su intimidad.
Aquel cuerpo mudo y sangrante, flagelado y humillado, indica el camino de la justicia. La justicia de Dios que transforma el sufrimiento más atroz en la luz de la resurrección.
Señor Jesús:
Quiero presentar ante ti a toda la humanidad dolorida.
Los cuerpos de hombres y mujeres, de niños y ancianos, de enfermos y discapacitados oprimidos en su dignidad. Cuántas violencias a lo largo de la historia de esta humanidad han golpeado lo que el hombre tiene como más suyo, algo sagrado y bendito porque procede de Dios.
Te pedimos, Señor, por quien ha sido violado en su intimidad.
Por quien no comprende el misterio de su propio cuerpo, por quien no lo acepta o desfigura su belleza,
por quien no respeta la debilidad y la sacralidad del cuerpo que envejece y muere.
Y que un día resucitará.
Todos:
Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo. Amen
Sancta Mater, istud agas,
crucifixi fige plagas
cordi meo valide.

UNDÉCIMA ESTACIÓN
Jesús es clavado en la cruz
V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del Evangelio según san Lucas (23, 39-43)
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros». Pero el otro lo increpaba, diciéndole: «¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él? Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada malo». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino». Él le respondió: «Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso».
Jesús está en la cruz, «árbol fecundo y glorioso», «tálamo, trono y altar» (Himno Vexila Regis). Y desde lo alto de este trono, punto de atracción del todo el universo (cf. Jn 12,32), perdona a quienes lo crucifican «porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34). Sobre la cruz de Cristo, «balanza del gran rescate» (Himno Vexila Regis), resplandece una omnipotencia que se despoja, una sabiduría que se abaja hasta la locura, un amor que se ofrece en sacrificio.
A la derecha y a la izquierda de Jesús están los dos malhechores, probablemente dos asesinos. Estos dos malhechores interpelan al corazón de todo hombre porque muestran dos modos diferentes de estar en la cruz: el primero maldice a Dios, el segundo reconoce a Dios en esa cruz. El primer malhechor propone la solución más cómoda para todos. Propone una salvación humana y su mirada está dirigida hacia abajo. La salvación para él significa escapar de la cruz y acabar con el sufrimiento. Es la lógica de la cultura del descarte. Pide a Dios eliminar todo lo que no es útil ni digno de ser vivido.
El segundo malhechor, sin embargo, no negocia una solución. Propone una salvación divina y su mirada está dirigida totalmente al cielo. Para él, la salvación significa aceptar la voluntad de Dios incluso en las peores condiciones. Es el triunfo de la cultura del amor y del perdón.
Es la locura de la cruz ante la cual toda sabiduría humana desaparece y queda en silencio.
Tú, crucificado por amor,
Dame ese perdón tuyo que olvida y esa misericordia que recrea.
Hazme experimentar en cada confesión
la gracia que me ha creado a tu imagen y semejanza,
y que me recrea cada vez que pongo mi vida,
con todas sus miserias, en las manos misericordiosas del Padre.
Que tu perdón resuene en mí como certeza del amor que me salva,
me renueva y me hace estar contigo para siempre.
Entonces seré de verdad un malhechor bienaventurado
y cada perdón tuyo será como pregustar ya desde ahora el Paraíso,.
Todos
Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo. Amen.
Tui Nati vulnerati,
tam dignati pro me pati,
pœnas mecum divide.

DUODÉCIMA ESTACIÓN
Jesús muere en la cruz
V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del Evangelio según san Marcos (15,33-39)
Al mediodía, se oscureció toda la tierra hasta las tres de la tarde; y a esa hora, Jesús exclamó en alta voz: «Eloi, Eloi, lamá sabactani», que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Algunos de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron: «Está llamando a Elías». Uno corrió a mojar una esponja en vinagre y, poniéndola en la punta de una caña le dio de beber, diciendo: «Vamos a ver si Elías viene a bajarlo». Entonces Jesús, dando un grito, expiró. El velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo. Al verlo expirar así, el centurión que estaba frente a él, exclamó: «¡Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios!».
Oscuridad a mediodía: está ocurriendo algo totalmente inaudito e imprevisto sobre la tierra, pero que no pertenece sólo a la tierra. El hombre mata a Dios. El Hijo de Dios ha sido crucificado como un malhechor.
Jesús se dirige al Padre gritando las primeras palabras del Salmo 22. Es el grito del sufrimiento y de la desolación, pero es también el grito de la completa «confianza de la victoria divina» y de la «certeza de la gloria» (Benedicto XVI, Catequesis, 14 septiembre 2011).
El grito de Jesús es el grito de todo crucificado en la historia, del abandonado y del humillado, del mártir y del profeta, del calumniado y del condenado injustamente, de quien sufre el exilio o la cárcel. Es el grito de la desesperación humana que desemboca, sin embargo, en la victoria de la fe que transforma la muerte en vida eterna. «Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré» (Sal 22,23).
Jesús muere en la cruz. ¿Es la muerte de Dios? No, es la celebración más sublime del testimonio de la fe.
El siglo XX ha sido definido como el siglo de los mártires. Ejemplos como los de Maximiliano Kolbe y Edith Stein reflejan una luz inmensa. Pero todavía hoy el cuerpo de Cristo está crucificado en muchas regiones de la tierra. Los mártires del siglo XXI son los verdaderos apóstoles del mundo contemporáneo.
En la gran oscuridad se enciende la fe: «¡Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios!», porque quien muere así, transformando en esperanza de vida la desesperación de la muerte, no puede ser simplemente un hombre.
El crucificado es la ofrenda total.
No se ha reservado nada, ni un retazo de su vestidura, ni una gota de su sangre, ni la Madre.
Ha dado todo: «Consummatum est».
Cuando no se tiene nada más para dar, porque se ha dado todo,
entonces se es capaz de dar verdaderamente.
Despojado, desnudo, consumido por las llagas, por la sed del abandono, por los improperios:
no tiene ya figura de hombre.
Dar todo: eso es la caridad.
Donde termina lo mío, comienza el paraíso.
(don Primo Mazzolari)
Todos:
Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo. Amen.
Vidit suum dulcem Natum
moriendo desolatum,
dum emisit spiritum.

DÉCIMOTERCERA ESTACIÓN
Jesús es bajado de la cruz
V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del Evangelio según san Marcos (15,42-43.46a)
Al anochecer, como era el día de la Preparación, víspera del sábado, vino José de Arimatea, miembro noble del Sanedrín, que también aguardaba el reino de Dios; se presentó decidido ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Este compró una sábana y, bajando a Jesús, lo envolvió en la sábana.
José de Arimatea recibe a Jesús antes de haber visto su gloria. Lo recibe como un derrotado. Como un malhechor. Como un excluido. Pide el cuerpo a Pilato para impedir que sea arrojado en una fosa común. José arriesga su reputación y, tal vez también, como Tobit, su propia vida (cf. Tb 1,15-20). La valentía de José, sin embargo, no es la audacia de los héroes en la batalla. La valentía de José es la fuerza de la fe. Una fe que se hace acogida, gratuidad y amor. En una palabra: caridad.
El silencio, la sencillez y la sobriedad con la que José se acerca al cuerpo de Jesús contrasta con la ostentación, la banalización y la fastuosidad de los funerales de los poderosos de este mundo. Su testimonio nos recuerda, en cambio, a todos aquellos cristianos que, también en nuestros días, siguen arriesgando su propia vida por un funeral.
¿Quién podía recibir el cuerpo sin vida de Jesús más que aquella que le había dado la vida? Podemos imaginar los sentimientos de María cuando lo recibe en sus brazos; ella, que creyó en las palabras del ángel y guardaba todo en su corazón.
María, mientras abraza a su hijo exánime, repite de nuevo su «fiat». Es el drama y la prueba de la fe. Ninguna creatura lo ha sufrido tanto como María, la madre que, al pie de la cruz, nos ha engendrado a la fe.
Repetía la oración del mundo:
«Padre, Abbá, si es posible…».
Sólo un ramito de olivo
oscilaba sobre su cabeza
al viento silencioso…
Ni siquiera una espina
le quitaste de la corona.
Traspasado también el pensamiento
no puede, no puede allá arriba,
no puede el pensamiento dejar de sangrar.
Y ni siquiera una mano
le desclavaste del madero:
para que se limpiara de los ojos
la sangre
y le fuera concedido
mirar allí al menos a la Madre
sola…
Hasta los poderosos
y maestros de crueldad
y la gente, al verlo
se cubrían el rostro
y él fluctuaba en una nube:
dentro de la nube del divino abandono.
Y después, sólo después.
Tú y nosotros a devolverle la vida.
(Padre Turoldo)
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Todos:
Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo. Amen.
Fac me tecum pie flere
Crucifixo condolere
Donec ego vixero

DECIMOCUARTA ESTACIÓN
Jesús es puesto en el sepulcro
V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del Evangelio según san Mateo (27, 59-60)
José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en su sepulcro nuevo que se había excavado en la roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó.
Mientras José sella la tumba de Jesús, él desciende a los infiernos y abre sus puertas de par en par.
Lo que la Iglesia occidental llama «descenso a los infiernos», la Iglesia oriental lo celebra ya como Anastasis, es decir, «Resurrección». Así es como las Iglesias hermanas comunican al hombre la plena Verdad de este único Misterio: «Esto dice el Señor Dios: Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os sacaré de ellos, pueblo mío. Pondré mi espíritu en vosotros y viviréis» (Ez 37,12.14).
Tu Iglesia, Señor, canta cada mañana: «Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte» (Lc 1,78-79).
El hombre, deslumbrado por unas luces que tienen el color de las tinieblas, empujado por las fuerzas del mal, hizo rodar una gran piedra y te ha encerrado en el sepulcro. Pero nosotros sabemos que tú, Dios humilde, en el silencio en el que nuestra libertad te ha depuesto, estás más activo que nunca, generando nueva gracia en el hombre que amas. Entra, pues, en nuestros sepulcros: enciende de nuevo la llama de tu amor en el corazón de todo hombre, en el seno de toda familia, en el camino de cada pueblo.
Oh Cristo Jesús,
todos caminamos hacia nuestra muerte
y nuestra tumba.
Permítenos detenernos en espíritu
junto a tu sepulcro.
Que el poder de la vida
que se ha manifestado en él
traspase nuestros corazones.
Que esta vida sea la luz
de nuestra peregrinación terrena.
(San Juan Pablo II)
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Todos:
Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo. Amen.
Quando corpus morietur,
fac, ut animæ donetur
Paradisi gloria.
Amen.

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